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Pero eso no quiere decir que la idea fuera mala, aunque en un país donde cada gobierno reinventa el hilo negro, resulta más fácil olvidar
00:01 lunes 15 diciembre, 2025
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Hace exactamente 10 años, Miguel Basáñez, un distinguido académico que había sido nombrado embajador de México en Washington, hablaba de tratar de crear un grupo de interés pro-México en los Estados Unidos. De hecho, según versiones discutidas en aquel momento, Basáñez llegó al puesto gracias a esa idea, expuesta en un texto académico que llamó la atención del entonces presidente Enrique Peña Nieto. La embajada de Basáñez duró apenas unos meses, de septiembre de 2015 a abril de 2016, y evidentemente sus resultados en general fueron pobres. Pero eso no quiere decir que la idea fuera mala, aunque en un país donde cada gobierno reinventa el hilo negro, resulta más fácil olvidar que recuperar. En las siempre complejas relaciones bilaterales entre México y EU, se olvida a veces que están determinadas por temas de política interna y que, por simple cuestión de tamaños, se escuchan más frecuentemente las quejas o las posiciones de grupos de interés estadounidenses que las posiciones mexicanas, con todo y las defensivas "mañaneras". El problema, al menos en parte, es que no hay un lobby mexicano, algo que se parezca a grupos de presión tan políticamente legendarios como los lobbies judío o cubano. El afamado lobby judío ve por los intereses judíos en el país y por la relación con Israel. La inmensa mayoría defiende el derecho de Israel a existir como nación, pero no hay unanimidad respecto a sus gobiernos. El lobby cubano ha tenido éxito tanto en el progreso de los exilados cubanos como en aprovechar la paranoia estadounidense para mantener el ya sexagenario bloqueo económico contra el régimen socialista en ese país. Pero hay grupos que trabajan en favor de una relación más constructiva. Uno existe con toda conciencia de su diversidad. El otro, o los otros más apropiadamente, actúan de acuerdo con sus divisiones, pero siempre en el marco del juego político estadounidense. Entonces, la gran pregunta es por qué no hay un lobby mexicano en EU. Hay alrededor de 35 millones de mexicanos o ciudadanos estadounidenses de origen mexicano en territorio estadounidense, y potencialmente son una fuerza política considerable, dado su firme ascenso demográfico, social, económico y político. Claro que la creación de un grupo así implicaría, entre otras cosas, reconocer diferencias entre ellos y con México, o sea, aceptar su pluralidad y que sus intereses pueden diferir, sea porque unos estén más establecidos que otros, o sean políticamente más conservadores o liberales, o tengan visiones distintas de su relación con el gobierno de la madre patria, o sea, México. Nada qué decir contra los grupos latinos ya existentes, pero la realidad obliga a pensar en términos más estrechos. El mexico-estadounidense Larry Rubin, por años presidente de la American Society y representante del Partido Republicano en México, lanzó su candidatura a la diputación por el 38 distrito electoral de Texas, un escaño seguro para su partido ¿Se le debe ignorar porque sea republicano o se debe aprovechar su relación con México en beneficio mutuo? POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS COLABORADOR [email protected] @CARRENOJOSE