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En tránsito a los 30 mil contagios y los 2 mil 400 decesos, San Luis Potosí no encuentra respiro en tan indeseable emergencia sanitaria
01:54 domingo 8 noviembre, 2020
QUEBRADEROEl riesgo epidémico en San Luis Potosí se mantiene alto. Se temía regresar al rojo, por fortuna no ha sido así. Seguimos en alerta naranja y eso implica que se requiere fortalecer el compromiso social a favor de la salud. Nada sigue siendo tan importante como la salud pública, la de usted y la de su familia. La epidemia SARS-CoV2, está presente y como el elefante en la sala, no podemos ser indiferentes. Durante la última semana aumentaron los contagios y los decesos, aunque no al punto de llevarnos a la alerta máxima. Las últimas dos semanas han sido complejas y tortuosamente letales, de manera que repuntaron los decesos y hospitalizaciones por contagio. El semáforo epidemiológico nacional da cuenta de ello: 18 estados en alerta alta, 11 en riesgo medio, 2 en máximo nivel y solo uno en verde. En tránsito a los 30 mil contagios y los 2 mil 400 decesos, San Luis Potosí no encuentra respiro en tan indeseable emergencia sanitaria. Los doctores y doctoras, los enfermeros y enfermeras, al igual que todo el personal de los hospitales realizan un esfuerzo inconmensurable en el minuto a minuto del combate contra el virus. Hoy, conviene preguntarnos si desde la ciudadanía nos hemos comportado a la altura que exige la emergencia. La pérdida de vidas no ha logrado incidir en el ánimo social, de modo que la mortandad se percibe como algo lejano. La desgracia no nos alcanzará, sería la conclusión de un sector masivo de la población. Ocho meses después de que se presentaron los primeros casos de contagio y fallecimientos, esa ciudadanía omisa e insensible, tendría que repensar su actitud para sumarse a la premisa de proteger la vida. En los próximos días, el país alcanzará la cifra de los 95 mil decesos; en los quince días del semáforo epidemiológico vigente a partir del nueve de noviembre, la nación llegará a los cien mil muertos. En el umbral del millón de contagios, la nación necesita más que nunca de sus ciudadanos. Hagamos factible controlar la pandemia; sin la participación social, eso es imposible. Basta ya de tanta indiferencia. La revista Proceso publicó un reportaje sobre el deceso del enfermero Sergio Humberto Padilla Hernández. Trabajaba en un hospital en Ciudad Cuauhtémoc, Chihuahua. Tenía 28 años de edad. Grabó un mensaje en video a sus familiares y amigos momentos antes de ser intubado. “Bueno, pues, se llegó la hora de la verdad. Voy a ser sometido a intubación endotraquial, quiero que, pase lo que pase, cual sea el pronóstico que Dios tenga para mí reservado, me recuerden siempre por lo que fui y por lo que soy. Porque voy a volver. No es un adiós. Estoy seguro de que voy a volver en unos días, nomás que me recupere y vamos a seguir adelante. Los volveré a ver, amigos, los amo y yo sé que van a estar doblando rodilla por mí, por mi salud y por mi bienestar y pase lo que pase, van a estar viendo por mis intereses siempre. Los amo y están en mi corazón. Hasta luego”.
Nadie puede ser insensible ante casos tan lamentables como el de Sergio, quien dio la vida en el servicio a la población.
Podemos estar de acuerdo o no con la estrategia implementada por la Secretaría de Salud, pero eso es secundario. Se podrá decir que ha fracasado o que es la adecuada, pero lo cierto es que el combate efectivo al virus empieza desde la casa. Como padres de familia tenemos la alta responsabilidad de dar ejemplo de respeto a las medidas preventivas y hacer efectivas las restricciones en vigor. Si uno se cuida, cuida a los demás. La fórmula es sencilla, basta con mostrar voluntad para actuar con solidaridad.