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El gabinete del primer ministro, Benjamin Netanyahu aprobó la aplicación de lo que definió como "medidas finales" que se desarrollaría durante meses
00:02 jueves 8 mayo, 2025
ColaboradoresUna nueva crisis dentro de otra que no acaba de terminar y que a su vez, se acumuló sobre otras que llevan décadas en desarrollo. Es como una infestación dentro de una infección que se profundiza en una herida abierta.
Es la crisis de Israel y Gaza. O la de Israel y los palestinos en torno a tierras que ambos reclaman como propias y sobre las cuales presentan alegatos ancestrales.
El gabinete del primer ministro, Benjamin Netanyahu aprobó la aplicación de lo que definió como "medidas finales" que se desarrollaría durante meses y movilizaría nuevos recursos militares a menos que se alcance un acuerdo para la liberación de rehenes y de alto el fuego antes de la visita del presidente estadounidense, Donald Trump, en una semana.
El grupo militante palestino Hamás mantiene más de 20 de los 240 rehenes que tomó el 7 de octubre de 2023, cuando lanzó un ataque contra poblaciones fronterizas, resultó en la muerte de unas 1,300 personas y la captura de 240 rehenes, incluso niños, mujeres y ancianos.
La respuesta israelí prácticamente arrasó Gaza, provocó la muerte de unas 52 mil personas –incluso mujeres, niños y ancianos– y obligó al desplazamiento de la inmensa mayoría de los dos millones de habitantes de la región.
Pero los rehenes, aún en manos de Hamás son un dolor de cabeza político para Netanyahu.
En términos reales, las nuevas "medidas finales" implicarían que Israel asumiría el control total de la franja de Gaza, desplazaría tal vez definitivamente a los dos millones de palestinos y complacería a los expansionistas en Israel.
Pero al margen de la complicada situación política interna de Israel y lo que algunos aseguran son maniobras de Netanyahu para mantenerse fuera de un proceso legal por corrupción, el actual conflicto ha polarizado, y no para bien, la imagen de Israel en el mundo.
Las preocupaciones causadas por protestas propalestinas en muchos países llevaron a que aliados de Israel en países como Estados Unidos buscaran soluciones que solo vinculan la causa israelí con represión académica y legal.
Hoy más que nunca es difícil, para no decir imposible, dar la razón a uno u otro lado sin temor a justificar las barbaridades que uno y otro bando han cometido contra sus adversarios.
Es fácil sentir simpatía por alguno: el estado de Israel se formó a partir de los refugiados judíos desplazados en la Segunda Guerra Mundial, una población establecida en la región y correligionarios de otras partes del mundo, ansiosos de crear un estado para una nación errante, dispersa y perseguida por siglos.
Los árabes en general, los palestinos en particular, fueron víctimas de una concatenación de problemas históricos y de la simpatía provocada por la campaña de exterminio nazi contra los judíos.
Ambas partes dicen luchar por la justicia y la supervivencia. El hecho es que ya toda explicación es simplista para la complejidad de un problema, un problema que se ha transformado en una cuestión de fe, de simpatías o creencias personales.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
COLABORADOR
@CARRENOJOSE