Vínculo copiado
#ESNOTICIA
#ESNOTICIA
Durante mucho tiempo se nos dijo que el éxito empresarial dependía exclusivamente de la maximización de utilidades
00:01 jueves 9 octubre, 2025
ColaboradoresEn la conversación cotidiana sobre negocios y finanzas suele emerger una pregunta que, aunque parece simple, encierra muchas implicaciones: ¿es rentable ser ético? La pregunta no es de menor importancia. En un entorno empresarial como el de México, donde la desigualdad social, la informalidad laboral y la corrupción siguen siendo desafíos estructurales, hablar de ética en los negocios es, a menudo, como nadar contracorriente.
Durante mucho tiempo se nos dijo que el éxito empresarial dependía exclusivamente de la maximización de utilidades. Así lo marca la teoría microeconómica, y frases como “el negocio es el negocio” se repiten como un mantra, como si la ética y la rentabilidad fueran dos caminos paralelos, sin posibilidad de encuentro. Sin embargo, la realidad contemporánea demuestra que ser ético no solo es deseable, sino indispensable para garantizar una rentabilidad sostenible a largo plazo.
El dilema surge de una visión reducida de los negocios, centrada únicamente en el corto plazo. En esa mirada, evadir impuestos, pagar salarios precarios o ignorar la sustentabilidad ambiental parecen estrategias eficaces para reducir costos y aumentar beneficios. Pero el corto plazo suele ser un espejismo: las ganancias rápidas terminan por generar consecuencias negativas que pueden ser mucho más costosas que cualquier beneficio inicial. Esto es especialmente importante, y se lo platico en tres puntos:
Primero: al apostar por la ética como parte central de una estrategia de negocios se descubre que no se trata de un sacrificio, sino de una inversión, ya que se construye confianza con clientes, proveedores e inversionistas, y se reducen riesgos legales que terminan por costar más dinero del presupuestado.
Segundo: las compañías que incorporan prácticas éticas y sostenibles logran fidelizar a sus consumidores y se posicionan cada vez mejor en el mercado. La inversión en energías limpias, políticas de inclusión laboral, transparencia en la gobernanza y apoyo a comunidades locales no son solo gestos de buena voluntad: son factores de competitividad.
Tercero: la transparencia es hoy un requisito. Una empresa que actúa con ética y comunica con claridad sus acciones construye relaciones más duraderas y sólidas, no solo con su clientela, sino también con sus colaboradores. Los profesionales mejor preparados buscan trabajar en organizaciones que respeten la dignidad y el bienestar de las personas. La ética empresarial se convierte así en un imán de talento y en un factor de retención.
En fin, hablar de ética empresarial en México es particularmente urgente. Nuestro país enfrenta altos niveles de informalidad laboral, brechas salariales, prácticas de corrupción y un rezago en materia de sustentabilidad. En pocas palabras, en un mundo donde la información es inmediata y la transparencia se vuelve ineludible, la ética ya no es opcional: es una condición de supervivencia, porque siempre será correcto hacer lo correcto.