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Los gobiernos de “hombres fuertes” ven cómo los moderados que llegaron al poder...
00:02 domingo 16 octubre, 2022
ColaboradoresLos gobiernos de “hombres fuertes” ven cómo los moderados que llegaron al poder con el caudillo abandonan el barco, incluso, hasta renuncian Hace un par de días, el doctor doctor John Ackerman clamaba contra el viraje autoritario de la 4T, con buenas razones: “Me quitaron de madrazo —dijo con palabras menos altisonantes pero no menos indignadas— mi columna en La Jornada y mi programa de Canal Once”, a pesar —añadió con más autoestima que rigor numérico— de los “cientos de miles” de personas que los veían. Bien: el doctor doctor, sin quererlo y chance sin saberlo, le ha prestado un servicio invaluable a sus compañeros de ruta, sus camaradas de militancia. Su triste historia, amigos de la comentocracia chaira, moneros a mayor gloria de, funcionarios que saben que estar fuera del presupuesto etcétera, vale como aviso: llegó la temporada de los cuchillos largos o, para usar términos más afines a sus filias ideológicas, es decir, más estalinistas: de las purgas. No hace falta haber leído mucha historia para saber que estas cosas acaban así.
Según fracasan en todos los ámbitos, los gobiernos de “hombres fuertes”, particularmente los de orden populista, ven cómo —lo he comentado antes— los moderados que llegaron al poder con el caudillo abandonan el barco y, enseguida, cómo empiezan las purgas: despidos fulminantes, cancelaciones, renuncias obligadas. Es normal. Por una parte, se terminan el sexenio y, sobre todo, el dinero, de manera que la rebatinga de chambas, contratos o maletines se exacerba, con lo cual cada día, por la competencia, es más fácil convertirte en víctima del fuego amigo. Por el otro, el caudillo, ante la catástrofe, se radicaliza, y las exigencias de acatar la ortodoxia son cada vez más duras (ahí es donde perdió Ackerman, con lo de Macedonio y sus pleitos con Mario Delgado). Porque, sobra decirlo, esto es catastrófico no ya en términos del bien del país, sino incluso en los de las prioridades presidenciales. Probablemente la 4T se mantendrá en el poder, por la medio mala o por la muy mala. En cambio, el sueño del Presidente de controlar la discusión pública a mañanerazos y pasar a la historia como un cruzado contra la corrupción, simplemente saltaron por los aires. Ahí están El rey del cash, primera acusación directa de corrupción contra el Presidente mismo, y del que ya hablaremos con calma; el hackeo a la Sedena, con las evidencias de que el hombre de Palacio mintió sobre su salud y sobre todo, sí, de que Morena y el narco, varias veces, han sido uno mismo; el escándalo de Segalmex, que hace ver a Javidú como un amateur; el de Pío, que se suma al de Delfina; el lamparón de la casa en Houston, y el resurgir de la tragedia de Ayotzinapa, que nos recuerda quién impulsó a Abarca hasta la presidencia municipal. Lo que pasa con los populismos, pues, es que, al final, se quedan los muy cínicos y los muy fanáticos. Cómo estarán las cosas que el doctor doctor no llegó ni a semifinales. POR JULIO PATÁN
COLABORADOR
@JULIOPATAN09