Vínculo copiado
De la confrontación, a la ruptura. De la polarización, a la división. ¿Qué sigue después? ¿El choque? Ojalá que no
00:02 sábado 19 noviembre, 2022
ColaboradoresEl presidente Andrés Manuel López Obrador domina la calle, se alimenta de la plaza pública. Y la tenía muy abandonada. En el terreno de la movilización se mueve como pez en el agua. De ahí viene, ahí construyó, en buena medida, su vida pública. Desde Tabasco, en la protesta social, hasta la decena de veces que ha llenado el Zócalo en la última década, pasando por las movilizaciones en tiempos del desafuero. No hay político con su arrastre ni con su capacidad de articular a miles en torno a sí.
AMLO regresa a las calles, a manifestarse. Lo hace orillado por la multitudinaria marcha de ciudadanos que salieron el pasado domingo a defender al INE. Al Presidente le incomodó que otros y no él, ocuparan las calles, se organizaran para hacerlo en torno a una causa. La marcha del domingo pasado fue mucho más que una protesta contra la iniciativa de Reforma Electoral del Presidente; fue una contra el gobierno y el Presidente. Así la leyeron en Palacio Nacional. López Obrador mostrará músculo el domingo 27 de noviembre. Vaya que lo tiene. Está en un juego de vencidas con la oposición. Si desde hace años ha llenado el Zócalo, esta vez no será la excepción. Si antes lo hizo sí, con estructura, pero sin ser gobierno, ahora tiene el aparato de gobierno, posiciones de poder y recursos para hacerlo. A nadie sorprenderá que los gobernadores y la jefa de Gobierno movilicen, tampoco que lo hagan legisladores y alcaldes, y su partido. Será, también, un termómetro de cómo andan las fuerzas y simpatías al interior de su movimiento. Pero todo eso será pirotecnia, ruido. Esos detalles de forma distraen del fondo. Tendríamos, por ejemplo, que estar haciendo un corte de caja sobre los cuatro años del gobierno, los retos y pendientes. Tendríamos, al menos, que revisar y poder debatir —con más respeto y menos polarización— una posible Reforma Electoral sin ver todo en blancos o negros. Pero no. Parece que eso es imposible ya. El encono arrincona a los ciudadanos, los mete en el juego de los políticos y los obliga a tomar partido; los va forzando a definirse por un bando, cuando esa lógica de confrontación es con la que se alimenta la clase política, pero la que fractura una sociedad. La brecha de la polarización, lejos de cerrarse, se ensancha. No parece haber espacio para la conciliación y construcción de puentes. Sólo cabe el enfrentamiento y los insultos. Y ahí la espiral se ha convertido en círculo vicioso. De la confrontación, a la ruptura. De la polarización, a la división. ¿Qué sigue después? ¿El choque? Ojalá que no. La colisión entre proyectos está en plena efervescencia. No son las ideas ni los argumentos los que ganan la batalla, sino los adjetivos. POR MANUEL LÓPEZ SAN MARTÍN
@MLOPEZSANMARTIN