Vínculo copiado
Ahora resulta que si un escritor cuestiona a un político, las huestes amenazan con la quema de libros; como diría Heinrich Heine, uno de los más destacados poetas y ensayistas alemanes del siglo XIX: “Ahí donde se comienza por quemar libros, se termina quemando personas”.
20:51 lunes 5 marzo, 2018
LABERINTOSAhora resulta que si un escritor cuestiona a un político, las huestes amenazan con la quema de libros; como diría Heinrich Heine, uno de los más destacados poetas y ensayistas alemanes del siglo XIX: “Ahí donde se comienza por quemar libros, se termina quemando personas”. Desde hace siglos, la destrucción de la Biblioteca de Alejandría es uno de los más grandes misterios de la civilización occidental, lo que sí se sabe es que su desgracia fue resultado de la intolerancia y fanatismo religioso. Pasan siglos y se sigue presenciado el mismo modo de reaccionar frente al conocimiento, la crítica, el pensamiento libre y la palabra como derecho; así desaparecieron los códices mayas, ahí están los alemanes, destruyendo todos los libros judíos que encontraron a su paso en la Segunda Guerra Mundial, lo mismo que después hicieran las dictaduras militares de América Latina, o el exterminio ruso sobre Sarajevo, que, por cierto iniciara con la quema de libros, o la quema de la Biblioteca de Bagdad en 2003 en manos de los norteamericanos, y ya estábamos para entonces en pleno siglo XXI. Todo resultado de la intolerancia. Historia que se repite una y otra vez. Y hoy en México tenemos una triste muestra del pensamiento fanático, resultado de las críticas formuladas por el premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, incluso honoris Causa de la UASLP. Hace unos días el escritor afirmó en España: “hay una posibilidad de que México retroceda de una democracia a una democracia populista, una democracia demagógica. ¿Van a ser tan insensatos los mexicanos, teniendo el ejemplo de Venezuela, de votar algo semejante? Mi esperanza es que no. Y que haya lucidez suficiente…” Y agregó: “En México muchas cosas andan mal, pero unas muchas bien. Hay que esperar que el populismo no gane, sino que retroceda… algunos países prefieren suicidarse, espero que eso no ocurra en México… Yo espero que no gane López Obrador, creo que sería un retroceso para el país”. Fueron parte de las palabras de Vargas Llosa. El candidato de Morena no tardó en responder que Vargas Llosa es un buen escritor pero un mal político porque perdió una elección presidencial. Ya saben que las redes no tardaron en responder a López Obrador, diciéndole que él había perdido dos elecciones y además era un mal escritor. Otra vez la intolerancia, una historiadora, incluso investigadora de una universidad de Sonora, seguidora de López Obrador, ya propuso la quema de libros del Nobel, no faltan los comentarios pidiéndole a Vargas Llosa que opine sobre sus asuntos y deje a México en paz. Perdón, pero difiero de todo tipo de intolerancia, me niego a quemar libros, a juzgar a las personas que critican o cuestionan. Ya a Vargas Llosa sus palabras le costaron hace más de dos décadas una invitación a “abandonar el país” cuando dijera aquella famosa frase de: “México es una dictadura imperfecta”, que años después pasara a considerar una “democracia imperfecta”. Y el escritor se mantuvo de pie y con la voz en alto como ahora. Los ciudadanos, escritores o poetas, pintores o arquitectos, jóvenes o viejos, tenemos derecho a levantar la voz, a disentir, a cuestionar, eso es construir ciudadanía. No permitamos que nadie nos arrebate ese derecho, es nuestro. Y tú ¿qué opinas? @Pfloresblavier