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Gobernar es comunicar. No es suficiente el que los servidores públicos hagan bien su trabajo, es imprescindible el que lo comuniquen.
00:24 martes 23 octubre, 2018
ColaboradoresGobernar es comunicar. No es suficiente el que los servidores públicos hagan bien su trabajo, es imprescindible el que lo comuniquen. En los tiempos que vive nuestro país, el desafío se considera mayor, la sociedad se ha transformado profundamente, en especial en sus hábitos informativos y de interacción a través de las redes sociales. Los medios tradicionales, al igual que los Gobiernos y las grandes empresas, viven su propia crisis a partir de la irrupción de una nueva circunstancia, la comunicación digital, que llegó para quedarse. Hoy en cada hombre de poder se percibe un síndrome de incomprensión. Cada quien procesa a su modo el desencuentro entre lo que se quiere y lo que ocurre en la opinión pública. Algunos se remiten a la conspiración, otros a los intereses de los medios de comunicación o de los periodistas. La situación es agravada con la irrupción de lo digital y las redes sociales, donde el anonimato puede socializar un argumento, crítica o imagen negativa -cierta o falsa-, lo que aumenta la sensación de que lo malo tiene mano. Los gobernantes y figuras públicas pocas ocasiones suelen voltear a sí mismos para encontrar la explicación de lo que ocurre, bien sea que se han cometido fallas o que se ha comunicado mal. Es cierto qué hay conspiraciones, lo que se ha dado en llamar “fuego amigo”, en especial orquestadas desde las redes y los medios digitales. La extorsión con uso de lo digital es una realidad cotidiana. Los ataques cibernéticos en tiempos de procesos electorales con la intención de impactar el resultado, o la difusión de noticias sesgadas o francamente falsas y sin fundamento, pueden tener efecto decisivo, sobre todo en escenarios de competencia cerrada. Lo ocurrido en la contienda electoral en los Estados Unidos es un claro ejemplo de lo que ocurre; las investigaciones han apuntado no solo a la presencia de un gobierno extranjero intentando influir en el resultado, sino en la eficiencia de este empeño y la fundada presunción de que pudo ser definitorio del desenlace. Es claro que todo gobierno encara en algún momento de su gestión, el embate hostil de sectores -amplios o reducidos- pero activos. Son los nuevos términos del pluralismo y debe entenderse como una expresión de la democracia. Las condiciones de acuerdos o consensos han cambiado y esto afecta por igual a lo público que a lo privado. Las redes sociales abren espacio a estas acciones y con frecuencia, las elites se advierten impotentes frente a movilizaciones auténticas o campañas interesadas en su contra.