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Vivir cerca de los ríos determinó la localización de los asentamientos humanos en los inicios de la civilización, también mostró la responsabilidad de convivir con ellos.
00:35 viernes 27 marzo, 2020
ColaboradoresVivir cerca de los ríos determinó la localización de los asentamientos humanos en los inicios de la civilización, también mostró la responsabilidad de convivir con ellos.
La chinampa era un método que crearon lo aztecas para la agricultura y expansión territorial, se trataba de jardines flotantes que permitían la movilidad y productividad en la ciudad. Por sus antecedentes y el nivel de conocimiento aplicado, la chinampa constituye el objeto de estudio en diversos estudios de organización social, espacial y ambiental. Sin lugar a duda, demuestra la utilidad que tenían los ríos en nuestra ciudad desde la época prehispánica.
Aquí en San Luis Potosí, destinamos recursos para “dominar” a los ríos y poder circular con auto “sobre” ellos los 365 días del año. En caso de una lluvia a típica, es posible que el sistema de ríos sobre los que se asienta la ciudad se desborde. Tenemos tres ríos, el Españita, el Santiago y el Paisanos que articulan nuestra ciudad, dos de ellos están pavimentados, lo cual duplica la cantidad de agua que circula por ellos.
Ahora que estamos en casa, la lectura se convierte en uno de los recursos para administrar nuestro tiempo, la situación y, sobre todo, distraer nuestra mente de este grave problema de salud que enfrentamos.
De las chinampas a la megalópolis es el titulo de un libro publicado en 1990 por el Fondo de Cultura Económica y escrito por Exequiel Ezcurra, especialista en ecología urbana, entre 2008 y 2019 fue director del Instituto de la Universidad de California para México y Estados Unidos (UC MEXUS), ahora es profesor de ecología vegetal en UC Riverside.
En este libro, Exequiel Ezcurra describe la extraña relación entre el crecimiento de la ciudad y las cuencas de los ríos, que lamentablemente no hemos podido resolver, parece paradójico que las ciudades de nuestros antepasados hayan basado su método de producción, crecimiento urbano, así como de movilidad y paisaje, en los ríos; sin embargo, en la mayoría de las ciudades modernas de México no hemos podido aprovechar esta oportunidad y construimos sobre ellos.
Necesitamos una planificación urbana basada en las relaciones sociales y el medio ambiente, como forma de organizar nuestro espacio y que logre una convivencia armónica para mantener los activos naturales del territorio, como los ríos, lagos, bosques, entre otros. Muchas de las ciudades europeas como París, configuran su estructura urbana a través de un río, el cual por cierto también sirve como instrumento de movilidad urbana y constituye un patrimonio. Una planeación urbana centrada en la persona implica mantener los recursos naturales como un activo social, cultural y hasta turístico y de movilidad urbana.
Los planes metropolitanos, urbano-municipales, sectoriales y de centros de población deben modificarse para pasar de ser un recuento de recursos naturales, y convertirse en un conjunto de estrategias e instrumentos orientados a resolver o atenuar los grandes problemas urbano-ambientales, como la contaminación atmosférica, del suelo y del agua, así como aprovechar las tecnologías para regenerar espacios y mantenerlos.
Tal vez de esta manera –atendiendo “el cause de los ríos” y no contra de ellos- habremos de disminuir otros problemas como las inundaciones, deslaves, riesgos ambientales, contingencias, u otros problemas cuyo origen está en el modo de crecimiento urbano y su relación con la naturaleza, la cual defendemos pero, que al parecer, planteamos como contradictoria en el proceso de urbanización.
Finalmente, es conveniente señalar que una responsabilidad compartida entre los gobiernos, la sociedad, las universidades y las organizaciones no gubernamentales, de tal surte que junto con el Programa que actualmente se elabora en nuestra ciudad, habremos de contar con instrumentos de participación social que permitan articular esfuerzos para convivir de manera responsable con el medio ambiente natural.
Tal vez lo malo no es tanto construir sobre la sierra, o el espacio de agricultura vecino a la ciudad, sino como lo hacemos.