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Lozano es un conocido académico y periodista, activista de los derechos LGBTQ. Es público y con todo, su derecho es también notorio
00:10 domingo 31 agosto, 2025
ColaboradoresUna brutal polémica alrededor de la figura de Genaro Lozano, embajador nombrado de México en Italia, puso de relieve tanto la lealtad del partido de gobierno hacia sus partidarios como su indiferencia a formas y la posibilidad de debilidades que puedan afectarlo después. Lozano es un conocido académico y periodista, activista de los derechos LGBTQ. Es público y con todo, su derecho es también notorio. Tampoco es el primero, ni el único, y seguramente tampoco será el último. Pero el problema es que han aparecido y circulado una serie de fotografías que, sí, por un lado, son violatorias de su privacidad, podrían señalar también posibles vulnerabilidades. Sería deseable, no necesariamente de esperar, que quienes lo seleccionaron estén al tanto de cualquier posibilidad, incluso de que su situación lo haga irrelevante en el país al que debe ir. Eso tampoco sería nuevo. Muchas de las actuales embajadas mayores de México en el mundo parecen haberse distinguido poco.
Después de todo, al igual que en el sexenio anterior, la Presidencia de la República parece haber asumido todo el peso de diseñar y ejecutar la política exterior de México, mientras, correctamente o no, hay cuestionamientos sobre el papel de la secretaría encargada. La designación de un activista LGBTQ como embajador podría parecer como un exceso, pero tenemos políticos exilados, por definirlos de alguna manera, pero premiados por su apoyo o su aquiescencia a Morena y en especial al presidente anterior; algún exgobernador señalado por supuestos vínculos con la delincuencia organizada, exfuncionarias que llevan cinco años resolviendo sus problemas personales, periodistas amigos o a algún académico designado por su cercanía con la presidencia. Tampoco es la primera vez, aunque tal vez no con el mismo énfasis que ahora, en que la militancia partidista se sobrepone al conocimiento o la experiencia. Y no solo en la SRE. En otras palabras, nada sorprendente, excepto porque los designados políticos a puestos diplomáticos o consulares son un porcentaje mayor que el tradicional en lo que hoy constituye el Cuerpo diplomático mexicano. De otra parte, Lozano tiene al menos antecedentes por su interés y estudios sobre relaciones internacionales. Otros solo querían irse del país.
Algunos dicen que los diplomáticos de carrera resienten su marginación, o el verse desplazados de las embajadas de mayor relumbrón o presunta influencia; como pueden ser las del llamado "Circuito Revlon" (París, Roma, Madrid, Londres) o de mayor importancia real (Washington, Ottawa, Guatemala, Belice, La Habana), sin considerar consulados más o menos cómodos. O tal vez lo que resienten es que sus salarios sean los mismos que hace décadas, que haya problemas para ascensos y traslados, que a pesar de ser la primera linda de defensa del país la falta de recursos lo obligue a gritar, como el mítico soldado liberal Damián Carmona, “cabo de guardia, estoy desarmado”. Solo que ellos sólo encuentran oídos sordos.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS COLABORADOR [email protected] @CARRENOJOSE