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El hecho es que el Premio Nobel le ofrece una nueva plataforma, tan poderosa como simbólica, para promover sus ideas
00:10 martes 14 octubre, 2025
ColaboradoresEl Premio Nobel de la Paz de 2025 fue otorgado a la dirigente política venezolana Maria Corina Machado, en medio de un escándalo que en buena medida refleja la polarización política, ya no del comité encargado, sino del mundo.
Sería absurdo decir que lo merece o no. Respetable –o no– como sea, la señora Machado es un factor político y su irreductible oposición al gobierno venezolano, primero de Hugo Chávez y ahora de Nicolás Maduro, la hace una heroína para algunos y una villana para otros.
Machado vive, dicen sus partidarios, de forma semiclandestina. Pero eso no evita que participe de repente en manifestaciones públicas y que, tal como ocurrió la semana pasada, ofrezca entrevistas.
Lo cierto es que la señora es la representación viva de la oposición venezolana. Lo ha sido por décadas y si de algo no se le puede acusar, es de haber cambiado de opinión en su defensa de lo que ella considera como democracia.
Y de acuerdo con el Comité Nobel, ese compromiso es lo que fue premiado.
Pero quién ganó el premio y las razones para dárselo son indistintas.
De hecho, si Machado fuera de izquierda habría sido proclamada como heroína por grupos que hoy la denuncian. Claro que eso hubiera acarreado acusaciones del lado contrario.
Ese es el ridículo al que nos ha llevado la politización.
Lo que para unos es virtud, para otros es pecado. Todo, diría el poeta español, depende del color del cristal con que se mire.
Sin entrar en los méritos o deméritos de la señora Machado, una parte del escándalo a su alrededor se origina en la campaña hecha públicamente por el presidente Donald Trump para obtener la presea, sobre la base de la intercesión que él asegura permitió lograr la paz en media docena de conflictos.
Para algunos sectores de izquierda, quién sabe si la mayoría, el premio fue una bofetada. Después de todo, había causas y movilizaciones como la flotilla de ayuda a Palestina, que fue detenida en el mar Mediterráneo por la Marina israelí casi al mismo tiempo que el anuncio del Nobel.
La realidad es que María Corina Machado no solo es una militante política del centro-derecha o de derecha, según quien la define, sino que lleva años como una espina en el costado de un gobierno que se dice de izquierda.
Ciertamente, no está en el poder, porque, como se ve cada vez con más frecuencia, los partidos que en la oposición se presentan como democráticos buscan limitar a sus adversarios de la misma forma que ellos denunciaron en su momento.
El hecho es que el Premio Nobel le ofrece una nueva plataforma, tan poderosa como simbólica, para promover sus ideas y por supuesto lo que cree y asegura que hará la oposición si llega al gobierno.
Pero en un mundo en el que ya no hay absolutos, cualesquiera hubiera sido la decisión del comité Nobel se hubiera visto envuelta en la polémica: porque izquierda y derecha no tienen ni la capacidad ni el interés de coincidir, excepto en el uso de métodos similares para retener el poder por medios que normalmente traicionan sus promesas.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
COLABORADOR
@CARRENOJOSE