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El fallo encendió el debate nacional
21:30 martes 19 agosto, 2025
MundoUn fallo del Tribunal Regional para Asuntos Civiles de Viena encendió el debate nacional: confirmó que una resolución arbitral final decidida con base en la ley islámica es válida si las partes lo pactaron libremente y si el resultado no vulnera los principios básicos del derecho austríaco.
La cláusula que ambas partes firmaron era explícita: "El tribunal arbitral decidirá sobre el fondo del caso basándose en la ley islámica (Ahlus-Sunnah wal-Jamaah; nota: Sharia) y de conformidad con la equidad, según su leal saber y entender". El tribunal rechazó el intento de tumbar el laudo por “orden público” y mantuvo su ejecutabilidad.
En pocas palabras... en Austria, el arbitraje permite que dos adultos, en una disputa patrimonial, elijan reglas no estatales —sí, incluso religiosas— para que un árbitro decida, siempre bajo el freno final de los jueces: si el resultado choca con la Constitución o con derechos fundamentales, se anula.
Esto no es nuevo: la propia ley arbitral (Secciones 577–618 del Código Procesal Civil) está inspirada en la Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho Mercantil Internacional (CNUDMI) y habilita a pactar “disposiciones jurídicas o reglas de derecho” con control posterior de orden público.
El Ministerio de Justicia recuerda lo esencial: un laudo vincula como una sentencia, pero puede ser anulado por graves defectos o por vulnerar el orden público. La Justicia y la Cámara Económica lo explican igual de claro.
La política, sin embargo, hirvió al instante. La ministra de Integración, Claudia Plakolm, de conservador Partido Popular Austríaco (ÖVP), reaccionó en términos inequívocos:
"La sharia no tiene nada que ver con Austria ni con los principios de nuestra constitución, y debería seguir siendo así". Y remató: "Las normas de la sharia no tienen cabida en Austria, por lo que supongo que pronto nos presentarán las propuestas pertinentes".
Sus palabras conectan con la agenda del Gobierno, que ya estudia endurecer el Islamgesetz (La Ley del Islam en Austria de 2015) y ha lanzado un programa de integración “obligatorio desde el día 1”, además de un veto reforzado a matrimonios forzados y de menores.
Desde la oposición, el ultraderechista Partido de la Libertad (FPÖ) olió su oportunidad. Su portavoz constitucional, Michael Schilchegger, denunció: "Esto abre aún más las puertas al islam político". Es la línea dura que el partido mantiene desde hace años cuando se cruzan religión, seguridad e integración.
¿Qué no dijo el tribunal? No “importó” la sharia al ordenamiento austríaco ni avaló su uso en materias de familia, estado civil o herencias si chocan con derechos fundamentales: esos ámbitos rara vez son arbitrables.
El mensaje fue técnico y acotado: en disputas patrimoniales entre partes capaces, el arbitraje puede aplicar reglas elegidas por ellas; y si el laudo traspasa líneas rojas (igualdad, dignidad, no discriminación), se frena por orden público.
En la práctica, Viena es una de las capitales globales del arbitraje: empresas y particulares usan ese carril por rapidez, confidencialidad y especialización. La regla de oro austríaca es la misma de Londres o París: libertad de elegir el marco jurídico, pero sin quemar la barandilla del orden público.
Aun así, el término “sharia” dispara alarmas y titulares. Por eso el Gobierno quiere delimitar —también por ley— qué no cabe en arbitraje o registros civiles, y vincularlo al paquete de integración. Para la ministra Plakolm, la consigna es conocida: integración “no es una oferta, sino una obligación”. Para los árbitros, el punto es menos ideológico: lo que vale es lo que firmaron las partes… hasta donde el Estado lo permita.
El caso vienés deja tres ideas simples:
· Dos personas sí pueden someter una disputa patrimonial a reglas religiosas en Austria
· El Estado retiene el botón rojo para frenar laudos que vulneren derechos
· El debate político —integración, seguridad, “sociedades paralelas”— seguirá mucho más allá de este expediente.
· La pelea real no es sobre una cláusula, sino sobre quién traza los límites y dónde.
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Con información de Excélsior