Un día sí y el otro también el traidor de Macuspana menciona que el respeto al derecho ajeno es la paz, la frase que decía Juárez, pero que para el “emperador” de palacio nacional es letra muerta al no respetar el derecho disentir, a estar en contra de lo que él ordena, como sucedió con su propuesta de reforma eléctrica, mejor conocida como la “ley Bartlett”. Decir que “El domingo en la Cámara se cometió un acto de traición a México por parte de un grupo de legisladores vende patria, francos defensores de empresas extranjeras que se dedican a medrar, a robar, y respaldaron a los saqueadores” y acusarlos de “traición a la patria”, refleja su enfermedad dictatorial. Tras dos reveses sufridos como son su fracaso en la revocación de mandato y ahora la “ley Bartlett”, López Obrador agravia, ofende y denuesta a quienes no están con él y sin miramientos y sin pruebas juzga y condena a sus opositores, en otro acto de autoritarismo, como ha distinguido a su gobierno. Sin miramientos, sin nobleza política y mucho menos prudencia, desde su templete nos lleva a un escenario de polarización, de rechazo mutuo, de enfrentamiento que no es otra cosa que odio. Él es quien anima a sus huestes, seguidores, incondicionales a la violencia, como ya se ha presentado vía la amenaza y hasta la agresión a legisladores que votaron contra su reforma y hasta bandalear edificios de los partidos que representan, como ya sucedió en Guanajuato.  A este violador de las leyes, de las normas, de la Constitución que juró defender, no le importa ignorar la instrucción para que respetara la veda electoral; o la orden de un juez que le ordena detener las obras de un tren que está acabando con el ecosistema en el sureste. Él prefiere construir un estadio de beisbol en Macuspana, para irse a toletear cuando se vaya a vivir a la “chingada”, su casita de retiro. Su atrofia mental y su ambición por pasar a la historia no le permiten percibir que se requiere un ambiente que propicie el diálogo, la negociación. No, como tirano se lanza contra todo aquel que considera adversario, anima a sus radicales incondicionales al ataque, no ideológico, sino el del insultó verbal y físico, pero lo niega. Y es que los dichos y acciones solo dejan entrever que está al borde de la locura. Traición al pueblo es haber logrado durante estos años de su gestión 4 millones de más de pobres; más de cien mil homicidios; más de 25 mil mujeres desaparecidas; 51 mil 273 delitos sexuales registrados solo en 2020, de los cuales casi 22 mil fueron víctimas menores de edad y de estos más de 18 mil fueron niñas. Dejar libre a un narcotraficante que envenena a nuestros jóvenes y niños. Y así se podría seguir enumerando hechos de corrupción como la de los hermanos, prima, hijos, amigos, funcionarios de su gobierno entre otros. Inflación por arriba de los 7 puntos y un crecimiento para este año menor al 2 por ciento. Son hechos de traición “al pueblo bueno”, del traidor de Macuspana. Destruir al país, dividir a los mexicanos, todo desde el templete mañanero que lo cobija y lo ubica como un tirano con problemas de salud mental.