Un total de 104 menores de edad en el sur de Brasil quedaron separados de sus padres debido a los daños provocados por las tormentas. De acuerdo con el periódico Estadão, en la ciudad de Canoas, el daño fue tal que las familias quedaron incomunicadas, por lo que voluntarios usan redes sociales para vincular a los niños con sus progenitores. Además, se ven obligados a trasladarse con canoas. Según el último recuento de Defensa Civil, la catástrofe climática dejó 95 muertos, 131 desaparecidos y 372 heridos. En más de 400 municipios afectados, incluido Porto Alegre, capital del estado, casi 160 mil personas fueron evacuadas de sus viviendas por las inundaciones provocadas por desbordes de ríos tras las fuertes lluvias. Entonces una amarga ironía se hace presente: el agua potable es un recurso escaso y preciado en medio de las inundaciones. “Esto es horrible. Tenemos niños”. Gabriela Almeida con el pequeño Ravi, de un año en brazos, esperaba su turno para cargar agua de uno de los pocos grifos disponibles en un barrio del municipio de Alvorada, al este de Porto Alegre. Thiago Oliveira, de 28 años, es obrero en la construcción. En su hogar, otros tres niños de 3, 7 y 10 años esperan poder beber agua. Desde el sábado, en el barrio de Jardim de Aparecida, el suministro se cortó tras las devastadoras inundaciones que paralizan a Porto Alegre y su región metropolitana. Ayer, sólo una de las seis centrales que abastecen de agua potable a la región portoalegrense funciona. “No hay previsión de normalización” del servicio, informaron autoridades municipales. En Porto Alegre viven 1.4 millones de personas, pero con el área metropolitana suman 3.5 millones. "Llevamos tres días sin comer y acabamos de conseguir esta manta. Estoy con gente que ni siquiera conozco, no sé dónde está mi familia”, dijo en un albergue un joven que se identificó como Ricardo Junior a las afueras de Eldorado do Sul, a 17 kilómetros de la capital de la provincia de Porto Alegre. Con información de Excelsior.