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Si ayer el antisemitismo engendró el genocidio judío, hoy el sionismo está consumando un genocidio palestino
00:00 domingo 12 octubre, 2025
ColaboradoresLos relatos son armas: moldean nuestra mirada, nuestra voz, incluso lo que escogemos no sentir. En Palestina se está librando no sólo una guerra territorial, sino una guerra narrativa. Reconocer al extraño. Sobre Palestina y el relato (Anagrama, 2025) expone con triste lucidez una de las realidades más perturbadoras de este conflicto: cómo nos hemos acostumbrado a las historias que deshumanizan a los palestinos. Isabella Hammad (Londres, 1992) retoma de Aristóteles el concepto de anagnórisis, ese recurso literario mediante el que un personaje se entera de algo fundamental sobre su identidad o su entorno que hasta ese momento ignoraba, pero cuyo hallazgo cambia el sentido de la trama. El ejemplo clásico es el de Edipo cuando repara en que ha cumplido la trágica profecía del oráculo de Delfos. Para Hammad, ese instante transforma al sujeto revelándole una verdad que preferiría no ver.
Un momento así podría ocurrir si más personas supieran escuchar en el clamor palestino un eco de su propia experiencia, mirar la familiaridad de su rostro en el espejo de esos extraños y, al hacerlo, renovar su visión no solamente sobre los palestinos sino sobre sí mismos. Esa posibilidad, no obstante, está asfixiada bajo décadas de relatos diseñados para negarla, es decir, para obstaculizar el eureka del reconocimiento: esto no es lo que parece, no es tu problema, es muy viejo, demasiado complejo, mejor mira a otro lado. Reconocer al extraño desnuda la ficción de que en Gaza se enfrentan dos bandos equivalentes. El Estado de Israel no es una anécdota geopolítica, es la continuación del proyecto colonial europeo envuelto en el ropaje de una reparación histórica que, sin embargo, se ha pagado con las tierras y las vidas del pueblo palestino. Estados Unidos respalda sin reservas al gobierno israelí; mientras que muchos países árabes, que alguna vez hicieron de Palestina un símbolo de la lucha antimperialista, hacen cálculos y le regatean su apoyo. Si ayer el antisemitismo engendró el genocidio judío, hoy el sionismo está consumando un genocidio palestino.
El de Hammad no es un argumento nacionalista sino humanitario. Lejos de aspirar a la autocomplaciente empatía de “ponerse en los zapatos del otro”, plantea la incómoda necesidad de identificar cómo el sufrimiento del otro habita en nuestros propios relatos: en nuestros prejuicios, nuestra ceguera, nuestra crueldad. ¿Quiénes somos “nosotros”? ¿Quiénes son “ellos”? ¿Por qué no nos percatamos antes? ¿Y qué hacemos ahora? He ahí la anagnórisis que le debemos, si de veras existe la “Humanidad”, a Palestina. La intención de la autora en este ensayo es, a su manera, la misma que la de Orwell en su escritura: confrontar lo insoportable. No buscar una epifanía redentora, sino infligirnos muy deliberadamente la herida de la conciencia, es decir, de la responsabilidad moral. Reconocer al extraño no es una revelación luminosa, es un golpe seco que descoloca, quema, duele. Pero que nos impide volver a cerrar los ojos.
Por Carlos Bravo Regidor