Vínculo copiado
Hasta ahí, todos estábamos de acuerdo y tranquilos, ¿no? “Ok, no uso la pinche palabra, y listo”. Pues no
00:11 martes 12 agosto, 2025
ColaboradoresLa palabra “naco” tiene, como todas, varios significados, desde el más burdo, inapelablemente clasista y ya poco usado, cuando se emplea, sin más, para etiquetar a los pobres, hasta el más complicado y, hoy por hoy, más frecuente: el que refiere a una persona que quiere aparentar que es lo que no es.
Evidentemente inaceptable en el primer caso, la palabreja es engañosa en el segundo, porque parece evitar el clasismo, pero no lo hace realmente: se pega a la idea del nuevo rico, que puede ser un sujeto lleno de méritos. Ese sujeto que, con su esfuerzo, remonta una condición social jodida, hace dinero y luego no puede evitar que se dejen ver sus orígenes. Vaya, que la palabra “naco” tiene una carga anti aspiracionista que, como burgueses congruentes, nos debería alejar de ella.
Hasta ahí, todos estábamos de acuerdo y tranquilos, ¿no? “Ok, no uso la pinche palabra, y listo”. Pues no. Pasa que entonces llegó llegó la 4T. ¿Por qué deberíamos ahorrarnos un término despectivo y súper preciso, como Dios manda, que etiqueta a un diputado que no ha hecho en su vida otra cosa que trabajar en el sector público y que sin embargo, aun cuando los números de lo que gana y los de lo que gasta simplemente no casan, se dedica a exhibir en redes las ropitas de marcas de lujo, las champañas y los mocasines?
¿O contra el otro, acusado de corrupción y violencia sexual y dedicado al golf, cuando aplica un doble beso pipo en cadena nacional? ¿O contra el líder sindical multi millonario que hace comentarios machirulos? Lo que quiero decir es que “naco” ha terminado por clasificar con mucha fortuna lo inaceptable, que es la muy mexicana costumbre de usar la política para enriquecerse, y bien está. Naco, inapelablemente, ya no es chido.
¿Que la 4T no inventó la corrupción funcionarial? Desde luego. Nada más que estos niveles de descaro, propios de quienes se sienten impunes (lo son) y destinados a quedarse en el poder para siempre (lo harán), da señales de constituir un hito en la historia patria.
Por lo demás, no caigamos en la trampa de las culpas sociales. En la carta que hasta Noroña calificó de “malísima”, el bodoque mediano, en sintonía con la Rayuela de “La Jornada”, acusa a sus críticos de clasistas. La verdad es que los chicos López, que fueron mis vecinos en la famosa unidad de Copilco, provienen de una clase media con estándares de vida muy dignos.
Como su padre, hijo de un funcionario luego convertido en comerciante, y que el diputado Ferragamo, abogado con varios años de buenos puestos en el sector público. Vamos, que no son las masas hambrientas asaltando la mesa de los ricos, sino ejemplos de cómo, en las revoluciones, son las clases medias menos productivas las que acaban por llevarse el premio mayor, con las consecuencias para el país que están a la vista de todos.
POR JULIO PATÁN
COLABORADOR
@JULIOPATAN09