Vínculo copiado
Las señales de corrupción están ahí, en los ya numerosos casos de personajes de la 4T que presumen de influencias
00:10 martes 12 agosto, 2025
ColaboradoresLas paredes llenas de fotografías de algunos restaurantes tradicionales del centro de la ciudad de México son en cierta forma un testimonio de la historia del país y su sistema social y político.
Ahí se encuentran imágenes de viejos políticos, incluso algunos ya olvidados pero que llegaron a soñar con la Presidencia de la República, así como de la clase política emergente, no tan nueva como quiere presentarse pero con similares aspiraciones de preponderancia y posturas de prepotencia.
Cuando Giuseppe de Lampedusa escribió "Il Gatopardo", difícilmente pudo haber imaginado que llegaría a significar lo mismo para tantos países. El cambio para que todo siga igual. La novela de Lampedusa se refiere a la transición sociopolítica en la Sicilia de mediados del siglo XIX, cuando Italia se unificaba y ocurría el traspaso del poder de la nobleza a la burguesía.
Los nombres en los niveles altos de la sociedad, del poder, cambiaron pero las estructuras siguieron iguales. Un poco lo mismo que ha pasado con muchas revoluciones, que han permitido la llegada de nuevos grupos, nuevos líderes, a la cabeza de instituciones y los principales estratos sociales y económicos para apilarlos por encima de los ya existentes.
Los cambios, con frecuencia, son sólo la sustitución y desplazamiento de las viejas personalidades de viejas estructuras remodeladas.
Viene la reflexión a cuento porque mientras algunos personajes del gobierno se esfuerzan por subrayar la ruptura con vicios del pasado y hacer pensar que hay cambios profundos en la sociedad y las estructuras de poder en México, las señales son simplemente de un cambio "gatopardiano".
Las señales de corrupción están ahí, en los ya numerosos casos de personajes de la 4T (Cuarta Transformación) que presumen de influencias y de lujos, a veces tan abiertamente que justifican acusaciones y en ocasiones con tal indiscreción que parecen rogar por la denuncia.
Y por supuesto, como todo régimen presuntamente progresista que se respete, acusa a las agencias de inteligencia imperialistas y a los conservadores de espionaje de vidas privadas y exagerar estancias en hoteles de lujo, viajes de avión en clases superiores, visitas a discotecas exclusivas en Europa y alimentos en restaurantes de alto nivel o paseos por calles repletas de comercios de superlujo en otras partes del mundo.
No son ni siquiera placeres culposos, sino simples reflejos de su ascenso, su nueva situación y su actual importancia, real o percibida.
El cambio se refleja también en la necesidad a veces de viajar en aviones privados, o en vehículos blindados, sin olvidar las fotografías en restaurantes de lujo, al lado de viejas imágenes de sus predecesores en el poder.
Cierto que hay institutos de capacitación política con asesoría de izquierdistas latinoamericanos y vínculos con gobiernos de esa tendencia; cierto que hay manifestaciones de ideas revolucionarias. Pero también las había bajo el Partido Revolucionario Institucional de los setenta y ochenta, de donde salieron tantos que hoy alardean de cambio.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
COLABORADOR
@CARRENOJOSE