Vínculo copiado
Un par de mesas más allá, no, repito: no en la zona de mujeres con acento venezolano o colombiano, sino en la de fumador
00:11 sábado 9 agosto, 2025
ColaboradoresEn su búsqueda de una tienda del Bienestar por la zona de Polanco para un chocolate que maridar con el whisky, búsqueda hasta ahora estéril, el Doctor Patán se sentó para un refrigerio en uno de los restaurantes famosos de la zona, conocido por la buena calidad de la carne asada, los precios demenciales del vino chileno (a propósito, no tomen vino chileno: es una trampa) y la abundancia de mujeres jóvenes, guapas, insinuantes y con acento venezolano o colombiano.
Un par de mesas más allá, no, repito: no en la zona de mujeres con acento venezolano o colombiano, sino en la de fumadores, estaba un grupo de compañeros diputados del Movimiento en una actitud francamente jubilosa, tal vez porque estaban alrededor de un Rioja de 4000 pesos y un tomahawk colosal que degustaban… ¿Han visto en redes los videos de hipopótamos que revientan una sandía con las mandíbulas sin esfuerzo, de un golpe, como quien se come un higo maduro? Pues algo así.
“Esta es la alegría que nos ha traído la 4T”, me dije. Pensaba, claro, en la alegría que da haberse liberado del talibanismo de las buenas costumbres, esa aberración del aspiracionismo conservador. Los modalitos, ya saben. Como en todo, en esto el camino nos lo mostró el Ex Quinto Presidente Más Popular del Mundo (EQPMPDM).
La costumbre la perdió hacia el final de su sexenio glorioso, seguramente porque el cateterismo oclusionó de harinas fritas y grasas animales, pero antes, recordarán, le pegaba a la fritanga con esa libertad gozosa que solo tiene el pueblo bueno: el trailero que sorbe una pancita en la carretera, el profe de la CNTE que degusta un tamal con las manos luego de echarse una firma en la alcantarilla, el gobernador que se se acerca a un puesto de moronga sin miedo al lamparón de salsa verde en la guayabera.
Luego del líder supremo con su cecina de Cuatro Vientos, sus tlayudas y sus gorditas zacatecanas, claro: se dejaron ir todos en cascada. No había quien se resistiera a grabarse que con los dedos manchados de taquito de tripa, que con unas flautas llenas de crema, que con un memela, desde mi Martí, con las quecas frías del tóper, hasta el Doctor Monreal, indiferente a los crujidos de esa fritura que decidió disfrutar a cámara.
Sí, somos por fin libres de la educación burguesa. Y no solo con la comida. También nos vestimos como nos place. De hecho, quiero aprovechar este espacio para disculparme por mis críticas al compañero Serch. Las hice, claro, con un afán constructivo, pero aun así, camarada: si quieres irte a la playa y combinar unos mocasines Ferragamo con un traje de baño debajo de a rodilla, tipo foto del comunicado para anunciar que la fiscalía detuvo a un narcomenudista, no tienes por qué no hacerlo. Date. Libres somos, quiérannos libres, como dice el poeta. Querámonos libres, añadiría su Doctor.
POR JULIO PATÁN
COLABORADOR
@JULIOPATAN09