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Hace apenas 90 años, un enloquecido dirigente determinó que los judíos eran una raza inferior que no merecía convivir con el resto del mundo
00:10 miércoles 10 septiembre, 2025
ColaboradoresHace unos 1,900 años, o así, el Imperio Romano destruyó el reino de Judea y llevó a la dispersión de sus habitantes judíos, que luego de siglos de humillaciones, expulsiones en masa, odios y matanzas, pogroms, volvieron a sus viejos terrenos y en 1948 reconstituyeron el estado de Israel.
Hace apenas 90 años, un enloquecido dirigente determinó que los judíos eran una raza inferior que no merecía convivir con el resto del mundo y trató de exterminarlos en el Holocausto.
Entiendo hasta cierto nivel los traumas y las herencias que ese tipo de barbaridades puede dejar en un pueblo que en muchos sentidos es admirable: científicos, artistas, financieros, empresarios, médicos, investigadores, y una inagotable pasión por el debate político y la libre expresión.
Por eso, resulta aún más difícil comprender por qué su gobierno pretende hacer a otros lo que les hicieron a ellos y garantizarse así muchos años de odio, aunque tal vez sea útil a los sectores más extremos de la sociedad israelí en directo y judía en general.
Porque en términos reales, eso es lo que parecen empeñados en hacerle a los palestinos.
Ciertamente, no se trata de comparar la bestialidad del Holocausto y el nazismo, ni mucho menos los siglos de sufrimiento, pero esa historia contribuyó a crear una conciencia universal que ahora no excusa, ni puede disculpar de sus pecados al moderno gobierno de Israel, en especial al primer ministro Benjamin Netanyahu y sus juegos políticos.
El pretexto es que para enfrentar a la organización clandestina Hamás, la otra gran responsable de la matanza, tienen que destruir casas, escuelas y hospitales palestinos en el territorio de Gaza, y ahora incluso expulsar a su población. Los palestinos bien podrían quejarse de su propio éxodo.
Ciertamente, Hamás tiene mucha responsabilidad en lo que ocurre. No es una organización formada por románticos idealistas, sino por operadores militares y políticos. Es un grupo guerrillero –terrorista diría el gobierno israelí– que juega a la política dura y debió haber estado consciente de lo que arriesgaba cuando el siete de octubre de 2023 lanzó un brutal ataque contra Israel.
Ese día causó 1,195 muertos y se apoderó de 250 rehenes, a los que ha liberado poco a poco, aunque en algunos casos entregó cadáveres. Los relatos de los liberados no abonan a la causa palestina.
A cambio, han muerto unos 60 mil palestinos en bombardeos israelíes y los señalamientos de algunos funcionarios o simpatizantes de Netanyahu tampoco ayudan.
El barbarismo de unos no puede excusar la bestialidad de los otros.
En un mundo tan polarizado como el actual, la brutal respuesta israelí y el bestial ataque de Hamás solo se justifican ante sus seguidores.
Pero el hecho es que, a casi dos años de la venganza israelí, las imágenes de refugiados desesperanzados, niños famélicos y casi 60 mil muertos palestinos provocan ya una creciente simpatía pública por el lado más débil, y pone de relieve la frialdad de la apuesta de Hamás.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
COLABORADOR
@CARRENOJOSE