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El multimillonario dijo que Optimus es un invento que sin duda causará un impacto transformador en el mundo
20:30 jueves 23 octubre, 2025
Tecnología
Cuando hablamos de Tesla, la mente vuela de inmediato a la sofisticación de los automóviles eléctricos autónomos de Elon Musk. Sin embargo, la compañía tiene dentro de sus principales apuestas tecnológicas un proyecto que, a decir de su fundador, es incluso más ambicioso: el robot humanoide Optimus.
Recientemente, durante una conferencia con inversores de Tesla, el multimillonario dijo que Optimus es un invento que sin duda causará un impacto transformador en el mundo, pues revolucionará el mercado laboral y, supuestamente, ‘liberará’ a los humanos de sus tareas monótonas.
¿El robot Optimus, la respuesta a la pobreza mundial?
Optimus, el robot humanoide de Tesla, es una máquina que mide alrededor de 1.73 metros, pesa 57 kilos y opera con la misma inteligencia artificial y los sensores de los autos autónomos de Tesla, lo que le permite moverse y reconocer objetos con precisión.
Musk asegura que Optimus podría producirse en masa y llegar a costar lo mismo que un coche. Aunque aún no hay una fecha concreta para su lanzamiento comercial, el magnate proyecta precios que oscilan entre 20,000 y 30,000 dólares por unidad en las fases iniciales de producción masiva.
Fue durante esta presentación que Elon Musk planteó la idea central y más polémica: si la automatización, impulsada por robots como Optimus, escala lo suficiente, podría cambiar radicalmente las reglas económicas a nivel global.
“Esto significa un futuro de abundancia. Un futuro donde no haya pobreza, donde puedas tener lo que quieras en términos de productos y servicios. Realmente es una transformación fundamental de la civilización como la conocemos”, sentenció Musk.
El planteamiento es arriesgado y audaz: sustituir o complementar el trabajo humano para generar -en su visión- un paradigma de abundancia que elimine la necesidad de la pobreza.
“Creemos que con Optimus y la conducción autónoma se puede crear de hecho un mundo sin pobreza, donde todo el mundo tiene acceso a la mejor sanidad. Optimus será un increíble cirujano, por ejemplo. Por supuesto, nos aseguraremos de que Optimus es seguro y todo eso”, agregó Musk.
Musk deja más preguntas que respuestas
La promesa de un "mundo sin pobreza" es poderosa, pero el magnate de origen sudafricano olvidó el paso más crucial: detallar cómo su robot humanoide realmente terminará con la pobreza, una condición en la que -en pleno 2025- se encuentran cerca de 700 millones de personas en todo el mundo, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
La crítica a esta visión utópica recae en la simplificación de un problema sistémico. La idea de que un robot puede ‘acabar’ con la pobreza depende de muchos factores externos que Musk omitió: políticas públicas, reeducación de la fuerza laboral, infraestructura, desarrollo humano y, sobre todo, una distribución global de la riqueza que hoy no existe.
Sin un plan concreto o pasos que lleven a Optimus de robot humanoide a ser el motor de la equidad mundial, el magnate solo dejó más preguntas que respuestas. A juzgar por las dificultades actuales de Tesla y las implicaciones sociales de la automatización, es posible intuir los tres desafíos más inmediatos a los que se enfrentaría este proceso:
Viabilidad y producción masiva: Tesla ha proyectado fabricar miles (o decenas de miles) de robots en los próximos años; sin embargo, esto depende de una cadena de suministro estable, la reducción de costos en la fabricación de hardware complejo y la fiabilidad a largo plazo de los sistemas de IA, algo que incluso sus vehículos autónomos siguen perfeccionando.
Impacto social y laboral: Sustituir el trabajo humano a escala masiva, como propone Musk, plantea el reto monumental de la desigualdad y el desempleo. La automatización desplaza a millones de trabajadores. Sin un esquema claro de Renta Básica Universal o una reeducación masiva patrocinada, el resultado inicial podría ser el opuesto al prometido: un incremento de la brecha económica entre quienes controlan la tecnología y quienes pierden sus empleos por ella.
El factor distribución: La pobreza no es un problema de escasez de productos (que la automatización podría resolver), sino de acceso y distribución de la riqueza. La promesa de Musk ignora el entramado de poder político y económico global que impide que los bienes y servicios lleguen a las poblaciones más vulnerables. Un mundo con robots abundantes, sin una reforma social, simplemente podría significar un mundo con productos abundantes que solo una élite podría pagar.
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Optimus puede ser un hito tecnológico, pero para que sea una solución a la pobreza, se necesitará más que solo un robot: se requiere un compromiso social y económico que, hasta ahora, el multimillonario no ha detallado.
Con información de Excélsior