Los caminos y puentes federales son un completo territorio de nadie.

No solamente como una dependencia de la administración federal, esta denominación nos lleva a voltear a ver inmediatamente a las carreteras que atraviesan todo el territorio nacional. Todas, estatales y federales.

Desde el más recóndito camino vecinal en la ranchería más apartada hasta la autopista más cara y vital para la vida económica y de placer de nuestro México, las carreteras se han convertido en el foco de un abandono y orden total.

Imprevistos accidentales o provocados que resultan en saturaciones, bloqueos y paradas de horas o de días. Y al mismo tiempo trampas perfectas para los cientos o miles atrapados en las carreteras que pueden ser visitados en sus ventanillas por la delincuencia.

Que provocan pérdidas millonarias o tiempos perdidos, tanto para la industria, como para usuarios en general.

De todo pasa en las carreteras de nuestro país y no hay una sola patrulla que vigile y menos un solo elemento de policía capacitado para resolver, siquiera, la ponchadura de una llanta. Nadie, absolutamente nadie.

La desaparición de la -hoy bien recordada- Policía Federal de Caminos ha evidenciado el fracaso en materia de seguridad en el tema carretero, como en otros, del gobierno federal.

Deben ser los gobernadores estatales los que tomen las riendas y, al parecer, en San Luis Ricardo Gallardo lo hará.

El tener contemplado este plan emergente y tomar en las manos de la Guardia Civil Estatal un ramal para la vigilancia y cuidado de las carreteras estatales será un puntaje a su favor bueno.

Que lo haga. Hasta mañana ....