La publicación del calendario electoral para el proceso 2024 independientemente de los cambios que tiene por las fechas y sus inicios, debe de llamar la atención a las autoridades más en el tema de su ligereza como autoridad misma. ¿A qué vamos? Vemos y escuchamos un incansable ir y venir de declaraciones por parte de representantes de los partidos, funcionarios, observadores y actores, en todos los sentidos. Desde los que confían a ciegas en el INE y en el CEEPAC hasta los que les desacreditan. Vemos y escuchamos cada tres y cada seis años los mismos lamentos y tenores.

¿Pero en realidad la autoridad electoral tiene “dientes”?

Y no solamente la organizadora, sino también la fiscalizadora.

No. Mientras no existan herramientas jurídicas plenas y una independencia total de los tres poderes -un Ejecutivo que les dispensa recursos, por ejemplo- o de actores a la par -como partidos políticos que los respaldan- poco será viable y factible que los integrantes de los consejos o las fiscalías electorales puedan dictar, si quiera, una multa por usar gasolina con mas octanos de los permitidos. Las agresiones políticas, la violencia que desencadena, los excesos financieros, los tiempos irrespetados, las declaraciones fuera de lugar y un sinfín de anomalías que desde antier vemos en cada esquina serán parte de la jungla que nos espera de aquí hasta el próximo año. Podrán escribirse o tenerse leyes y reglamentos que debamos respetar.

De nada servirán si sus tenedores no tienen la voluntad de cumplir y hacerla cumplir.

De nada.