Igual que hace tres, hace seis, hace nueve, hace un buen puñado de años, la responsabilidad social que tienen los partidos políticos vuelve a rondar en sus esferas. El llamado de la sociedad civil, de la iniciativa privada y de los medios de comunicación, que nos hemos cansado de hacerles saber, a los partidos políticos, la gravedad en la que se encuentran al elegir a sus perfiles para el voto, es grave. Muy grave. “Hay que tener memoria” dice una representación. 

“Olvidar la historia pasada es condenar nuestro presente” dicen otros. Todos los llamados tienen razón. Si no exigimos a los partidos políticos, como sociedad civil, que al elegir a sus candidatos a puestos de elección popular deben ver en ellas y en ellos hombres y mujeres con una probidad, responsabilidad y honorabilidad acorde a los que como misma sociedad exigimos, seguiremos cayendo en el mismo cántico eterno: el fracaso de nuestra clase política. Y no es cosa menor.

Quienes pidieron el voto ayer, están en la mira y cuerda floja el escrutinio público para cumplir con una encomienda hoy. Quienes pidieron el voto ayer y vienen a pedirlo hoy, están en el reflejo de nuestra sociedad misma. Eso queremos, eso tenemos. La responsabilidad está en los partidos políticos, si.

Pero más todavía en nosotros como sociedad, que debe exigir a nuestros mandatarios un cumplimiento cabal de su investidura. Si no lo hacemos, somos cómplices. Somos parte de ello.