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Ya no hay temor de los adolescentes ni de la fe
00:10 miércoles 8 octubre, 2025
ColaboradoresSER MENOR YA NO DETIENE A NADIE. La juventud potosina ha descubierto una forma silenciosa de colarse en la vida nocturna: falsificando credenciales del INE. No es una película ni una leyenda urbana; es un hecho documentado. Tan solo el pasado fin de semana, más de 80 identificaciones apócrifas fueron detectadas en diferentes antros de la Capital. El dato es tan frío como contundente: el filtro ya no es la ley, sino la creatividad para burlarse.
Detrás de los operativos y del discurso institucional de “la vida nocturna debe continuar, pero sin menores”, hay una realidad que todos estamos dejando pasar. No sólo se trata de que las y los chicos busquen entrar donde no deben; se trata de una red de permisividad silenciosa: cadeneros que se hacen de la vista gorda, padres que no preguntan y autoridades que no denuncian formalmente el uso de documentos falsos, pese a que el Código Penal Federal establece claramente penas de varios años de prisión por este delito.
Y aquí hay una omisión clave: ¿Dónde están las autoridades electorales? El INE ha sido muy claro en su postura de proteger la integridad de sus documentos, pero ante el uso de credenciales falsas por parte de menores en bares, no hay ni un solo pronunciamiento. ¿No deberían ya estar presentando las denuncias correspondientes o, al menos, investigando la ruta de estas falsificaciones? Porque si hoy se usan para entrar al antro, mañana podrían usarse para votar, tramitar créditos, o algo peor.
El problema no es solo el antro, ni siquiera las personas menores que quieren vivir de noche. El verdadero foco rojo es una cadena de omisiones que empieza en casa, pasa por la puerta del bar y termina en la falta de consecuencias legales. Hasta que alguien no se atreva a poner de verdad el dedo en la llaga, los fines de semana en San Luis Potosí seguirán siendo una fiesta sin límites, pero también sin reglas.
LA FE TAMBIÉN NECESITA RESGUARDO. El asesinato del sacerdote Bertoldo Pantaleón Estrada, en Guerrero, vuelve a poner sobre la mesa una dura realidad: la violencia no distingue profesiones, credos ni fronteras. Desde San Luis Potosí, el llamado del vocero del Arzobispado, nos recuerda que la fe también necesita resguardo y aunque en nuestro estado no se han registrado tragedias similares, la indiferencia o la distancia no deberían ser excusa para bajar la guardia. Los sacerdotes que viajan a comunidades apartadas, los comunicadores, los activistas o cualquier ciudadano que desempeña su labor en contextos vulnerables, requieren de una atención constante y de la solidaridad de todos.
La reflexión del Arzobispado no es sólo religiosa, sino profundamente social. Cuidarnos unos a otros, fortalecer la comunicación con las autoridades y reconocer que el riesgo puede presentarse en cualquier rincón del país son acciones urgentes en un entorno donde la violencia ha erosionado la confianza. Que lo ocurrido en Guerrero sirva no solo para exigir justicia, sino también para reforzar la conciencia de que la prevención es tarea de todos.
Porque la paz no se construye solo con oración, sino también con vigilancia, empatía y acción colectiva.
¡Hasta mañana!