El primer debate presidencial -siete de abril- resultó ser un ensayo mal hecho de una pésima producción televisiva y de formato, que limitó a las candidatas y al candidato en sus discursos, expresiones y pretensiones contra el otro o la otra. Lo de ayer ya fue distinto. Tanto los conductores, como el y las protagonistas se desenvolvieron con mayor soltura. Tuvieron mayor y mejor escenarios. Fue distinto. Y lo demás también. Desde el inicio se vislumbró lo que seria.

Sheinbaum lo advirtió: habrá descalificaciones, nosotros las propuestas. Le ganaron las ganas de abstenerse y se sumó al juego de pelota en que se enfrascaron los tres abanderados. Si tocaron los temas y las preguntas que la sociedad civil grabó, pero los señalamientos y reproches fueron mayores y de más entretenimiento. Xóchitl inició y logró que Claudia se enganchara. Máynez repartía para ambas y Claudia se las regresaba a Xóchitl. Entre propiedades, entre contratos, entre empresas, entre fracasos y logros del gobierno actual o de los anteriores y entre las sonrisas pícaras se fue desarrollando un debate que cambió del primero. En un momento Xóchitl le dijo Claudia “ahorita vas a ver...”. Típica bravuconada infantil.  Completó la frase y se refería a un tema que le iba a presentar. Pero eso reflejo el debate: ir y venir de señalamientos. ¿Cambio el debate? Sí Lo único que no va a cambiar será el estilo de los 3. Pero lo más importante es el cambio o continuidad que los ciudadanos elijan.  Eso ya es cosa de cada quien