El superficial y fotográfico ejercicio de “rendición de cuentas” por parte de los integrantes del gabinete estatal, que año con año se celebra en las instalaciones del Congreso, pasa ya totalmente desapercibido. Si de verdad creen que nos tienen a la expectativa de que vayan a decir algo para noticia, discúlpenos, señores secretarios y secretarias, no se equivoquen. ¿Fueron?, qué bueno. ¿No fueron?, también. Y ya. Lo que es mejor poner en el escrutinio y pregunta valedera es de nosotros a las y los anfitriones en Vallejo: ¿no les da vergüenza prestarse para tales “numeritos”? O casi todos. La mayoría de las y los integrantes de las legislaturas locales en los últimos 15 años se han desvivido en regalar cobijas y dulces en diciembre, o despensas en mayo, en lugar de avocarse al verdadero trabajo de legislar o exigir a las autoridades la rendición de cuentas como lo marca la ley. No creemos que esta sea la excepción. Las preguntas a modo y maquilladas en estas comparecencias fueron el acabose de una comparsa orquestada desde el poder mismo. Nada nuevo, pero ya no da risa. Dan vergüenza diputadas y diputados. Les pediríamos a casi todas y todos -repetimos, hay excepciones- tener amor propio. Pero si no tienen ni libertad, menos han de tener lo otro.