Históricamente el mes de septiembre representa para el pueblo de México la caja de resonancia de sus más entrañables sentimientos patrióticos. El aniversario del inicio del movimiento de independencia representa, no solamente un pasaje histórico en donde recordamos gestas heroicas que desembocaron en la libertad de toda una nación, sino en el simbolismo de lo que sostiene la grandeza de nuestro pueblo. Estas últimas horas y las venideras han sido y serán las más tormentosas que nuestra historia contemporánea ha conocido. Y no solamente en el ámbito judicial o jurídico. El vuelco que en materia de administración de justicia ha vivido nuestro Poder Judicial es un parteaguas. Es un antes y un después. Si creemos que la corrupción de este poder se va a limpiar con la elección de los impartidores de justicia por medio del voto popular, estamos muy equivocados. Hace más de 200 años México clamó a gritos su libertad. Clamó a gritos el construir su propio camino y forma de gobierno. Hoy México, en septiembre, clamó a gritos lo mismo. Con esto se ha perdido algo o mucho de nuestra libertad. Qué irónico.