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Es el nivel más alto para un presidente en México en los últimos nueve sexenios, por encima incluso de AMLO que obtuvo apenas un 58.6%
08:09 miércoles 1 octubre, 2025
MéxicoA doce meses de haber asumido la Presidencia, Claudia Sheinbaum llega a su primer informe con un dato político que no admite discusión: 71.6% de aprobación ciudadana, el nivel más alto para un mandatario mexicano en el último cuarto de siglo, superando tanto a Enrique Peña Nieto (49.7% en 2013) como a Andrés Manuel López Obrador (58.6% en 2019). El dato no es menor: refleja no solo continuidad en el apoyo social hacia Morena, sino también la construcción de una figura presidencial distinta, más técnica, más dialogante y con visión de Estado. Logros clave en un año complejo El primer año de Sheinbaum ha estado marcado por un estilo de gobierno que combina firmeza en el combate a la delincuencia organizada y al huachicol con una narrativa más institucional y estadista. En materia de seguridad, ha impulsado operaciones coordinadas con Estados Unidos contra el robo y contrabando de combustibles, una acción que había sido señalada como el mayor quebranto a las finanzas de Pemex en sexenios pasados. La ofensiva contra el huachicol ha enviado un mensaje claro: no habrá tolerancia a prácticas criminales toleradas en otros gobiernos. En el plano económico, la Presidenta ha mantenido un discurso cercano a los empresarios, apostando por modelos de desarrollo sostenibles, con equilibrio entre inversión privada y gasto social. Su formación como científica se ha traducido en decisiones basadas en datos y en un énfasis en la transición energética y proyectos de innovación tecnológica. En el terreno social, Sheinbaum ha reforzado los programas de becas y apoyos a la educación básica, consciente de que la desigualdad y la pobreza siguen siendo los grandes retos del país. La apuesta por la educación pública, la investigación y la atención a los sectores más vulnerables ha generado reconocimiento entre especialistas y organismos internacionales. Comparativo con sus antecesores
A diferencia de López Obrador, que cimentó su primer año en una narrativa de ruptura con “el régimen neoliberal”, Sheinbaum ha optado por un discurso menos confrontativo y más conciliador, especialmente con sectores empresariales y académicos. Frente a Peña Nieto, cuya gestión temprana estuvo marcada por el Pacto por México y reformas estructurales, Sheinbaum aparece como una mandataria que, sin descuidar la política social, pone atención en la estabilidad macroeconómica y la confianza de inversionistas. Su aprobación histórica la coloca en la antesala de un liderazgo que podría redefinir el sexenio: más pragmático que ideológico, más técnico que retórico, y con mayor capacidad de tender puentes con distintos sectores.
Un año de transición hacia un gobierno propio El arranque del sexenio estuvo inevitablemente condicionado por la herencia del gobierno anterior: estructuras, funcionarios y dinámicas heredadas. Sin embargo, en este primer año Sheinbaum ha demostrado que su proyecto tiene sello propio. Todo indica que el segundo año será decisivo: se espera un ajuste profundo en el gabinete, con la incorporación de perfiles más cercanos a su confianza y menos ligados al lopezobradorismo tradicional. De confirmarse, esto marcará el inicio de un gobierno más autónomo, capaz de despegar con su propio estilo y visión, sin la sombra permanente del expresidente.
La visión de futuro Claudia Sheinbaum ha dejado claro que su proyecto de país está cimentado en tres grandes ejes: 1. Estado de derecho y seguridad, con especial énfasis en atacar la corrupción y la delincuencia organizada. 2. Economía sostenible y de innovación, que fomente la inversión privada y la transición energética. 3. Justicia social, con prioridad en educación, salud y reducción de la pobreza. En su narrativa, el sueño es convertir a México en un país moderno, competitivo, con crecimiento económico, justicia social y fortaleza institucional. El mensaje es contundente: tras un año de gobierno, la Presidenta ha logrado combinar popularidad, resultados y visión estratégica. Ahora, el reto está en consolidar su equipo, acelerar las reformas y mantener la confianza ciudadana para transformar la esperanza en realidades tangibles.