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En tiempos en que las democracias parecen prisioneras de la polarización, Bolivia ofrece una rareza que parece esperanzadora
00:01 viernes 24 octubre, 2025
Colaboradores
El triunfo de Rodrigo Paz en las elecciones presidenciales de Bolivia marca el cierre de casi dos décadas de hegemonía del MAS y de Evo Morales. Pero más que un giro a la derecha, su victoria simboliza el regreso de la moderación en una región saturada por los discursos de confrontación ideológica. Paz no ganó invocando la “guerra cultural” ni apelando al resentimiento identitario -armas habituales de las derechas contemporáneas en Occidente-, sino con un mensaje centrado en la estabilidad, la eficiencia económica y la reconciliación nacional.
El MAS perdió no por ser de izquierda, sino por haber confundido continuidad con permanencia: la concentración del poder, el desgaste institucional, el abuso de poder, los constantes intentos de Evo Morales por permanecer en el cargo y la incapacidad para diversificar la economía minaron su legitimidad. El voto a Paz fue, ante todo, un voto de hartazgo frente al estancamiento y la retórica polarizadora.
El nuevo presidente encarna un tipo de liderazgo que escasea en la región: pragmático, civil y sin épica ideológica. Su éxito parece enviar un mensaje claro a América Latina: los ciudadanos ya no buscan cruzadas ideológicas, sino gobiernos funcionales.
Para la izquierda, la lección es evidente: si no se renueva, si no deja atrás el caudillismo, el populismo redentor y la economía del subsidio sin proyectos a largo plazo que generen mejores condiciones de vida y empleos, seguirá cediendo terreno a figuras tanto radicales como moderadas que ocupan el espacio político tanto en la región como en el mundo occidental. Y para la derecha también hay advertencia: el electorado boliviano eligió cambio, no revancha.
En tiempos en que las democracias parecen prisioneras de la polarización, Bolivia ofrece una rareza que parece esperanzadora: un cambio político sin estridencia, sin guerra cultural y con la promesa -aún frágil- de volver al centro.
Quizá, después de este torbellino político en el que el péndulo parece inclinarse hacia las derechas, bien valdría la pena preguntarse si los esquemas ideológicos fijos siguen siendo alternativas realistas y prácticas para el electorado. Quizá es momento de superar el binomio derecha-izquierda y empezar a exigir y a construir proyectos políticos orientados a resultados.
POR JAVIER GARCÍA BEJOS
COLABORADOR
@JGARCIABEJOS