Vínculo copiado
Noroña argumenta que lo que sufrió ese día en el aeropuerto fue un ataque de naturaleza física
00:02 lunes 26 mayo, 2025
ColaboradoresQue un ciudadano de a pie, permítanme la expresión, tenga que salir a disculparse públicamente con un burócrata/funcionario/legislador del partido gobernante, es, siempre, una señal de que a su país, si no se lo cargó ya el payaso, está a punto de cargárselo. La escena fue una infamia. El señor Carlos Velázquez de León tuvo que ir al Senado, que preside Gerardo Fernández Noroña, a leer un mea culpa por –esto es lo que permite ver el video disponible– increparlo en la sala VIP del aeropuerto. Al Senado, sí, que además usó sus redes para difundir el momento. Al lado, Noroña, muy serio él, escoltado por un par de representantes de la Fiscalía, para que no te queden dudas de cómo está tejido el poder cuatroteísta. La alternativa para don Carlos, según hizo ver el presidente del Senado mismo, era la cárcel. Noroña argumenta que lo que sufrió ese día en el aeropuerto fue un ataque de naturaleza física. Que el sujeto, cuando empezó a grabarlo para evidenciar su hostilidad, o guardar pruebas de cara a una demanda, o lo que sea, le arrebató el teléfono para luego propinarle unos cuantos empujones. No lo sabemos, pero, sobra decirlo, ni siquiera esos empujones justificaban una humillación pública en, repito, el Senado. Más o menos al mismo tiempo, circulaba por las redes un video en el que Luisa María Alcalde, líder del partido en el poder, se permitía una serie de comentarios abiertamente despectivos, con ese sarcasmo del poderoso, no contra un líder de la oposición, lo que ya sería discutible, sino contra los cientos y cientos de ciudadanos que decidieron protestar contra la gobernadora de Baja California, con mucha gracia y originalidad, por la vía de una carne asada masiva, muy norteña y muy civilizada. Todo esto pasó, que no se nos olvide, despuesito de que en Tamaulipas movieron mar y tierra para que el funcionariado electoral practicara abiertamente la censura contra Héctor de Mauleón. Es difícil, como entenderán ustedes, no ponerse derrotista. El espectáculo entre castrista y maoísta de la Cámara Alta, con la prepotencia nada disimulada del partido, con el intento abiertamente censor contra un columnista, nos hablan de que el movimiento en el poder, que ya tiene la Presidencia, el Senado, la Cámara de Diputados, la amplia mayoría de las gobernaturas y cámaras locales, la Ciudad de México y, desde el 1 de junio, concluido el golpe de Estado, al Poder Judicial, va a hacer lo imposible por cortar cualquier posibilidad de protesta ciudadana, desde la de escribir en libertad, hasta la de reunirse para protestar, hasta la de practicar el repudio social, esa herramienta de lucha contra el poderoso que ya sufrieron personajes como Bartlett, en ese restaurante de Polanco, y que en su día recomendó el licenciado López, entonces un opositor. Autoritarismo, que le llaman. POR JULIO PATÁN