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''Me interesa todo lo que tenga que ver con insurrección, desorden, caos; a mí me parecen el camino hacia la libertad”
11:21 sábado 3 julio, 2021
VIRALESHoy, sábado 3 de julio, las multitudinarias visitas al cementerio Père Lachaise de París para rendir tributo al poeta y músico Jim Morrison, fallecido hace medio siglo en esa ciudad, podrían disminuir ante la pandemia (o aumentar ante el significativo aniversario). Morrison declaró en una ocasión: “Me interesa todo lo que tenga que ver con insurrección, desorden, caos, especialmente actividades que parecen no tener significado. A mí me parecen el camino hacia la libertad”.
El rockero que afirmó: “El futuro es incierto, pero el final siempre está cerca”, murió a los 27 años mientras trataba de controlar su vida de excesos con una estancia en París. Tres meses antes, escribe Lydia Hutchison, “había volado a Hollywood. Abotagado, barbado y sin controlar su ingestión de alcohol, el alguna vez esbelto Rey Lagarto se había convertido en una triste parodia de sí mismo. Durante las difíciles sesiones de grabación del disco final de The Doors, L.A. Woman, Morrison se engullía unas 36 cervezas al día. Su voz estaba fallando y luchaba con la escritura de sus canciones”. Comenzaron fogueándose en el Whisky-A-Go-Go con actuaciones alucinantes que, al calor de “The End” y su explícita letra edípica, terminaron por hartar a los dueños que los corrieron. Por fortuna, un demo llegó a manos de la compañía Elektra que lanzó su primer álbum en 1967: The Doors, que contiene el que sería su primer gran éxito: “Light My Fire”.
Nacía un grupo que, en palabras de Jim Palmer, “se oponía a la cadena de paz, amor y flores del solipsismo de los 60 con historias misteriosamente oscuras de muerte y trascendencia, y estáticos trastornos de los sentidos como los practicados por el poeta Rimbaud, cuya imaginería luminosa es una influencia evidente en canciones como ‘The Crystal Ship’ y ‘Moonlight Ride’”. Los autores concluyen: “Murió por abusar de sí mismo, y el resto es solo averiguar el calibre de la pistola metafórica con que se apuntaba a la cabeza”. Si algo no murió es su espíritu contestatario y su legado, pues como escribió Juan Villoro: “El mayor cambio cultural sufrido por el rock es que ya nadie le exige que sea joven. Las novedades que circulan por internet provienen de diversas épocas. En esa cripta Jim Morrison cada vez canta mejor”.
Su último disco con The Doors fue L.A. Woman, grabado el año de su muerte en unas sesiones caóticas. Aunque no tuvo tanto éxito como sus álbumes anteriores, críticos como Richie Unterberger y David Quantick lo consideran uno de los mejores porque retornaba a sus raíces en el blues, estilo que habían ya anunciado en Morrison Hotel, editado en 1970. Después, se fue a París con su esposa. En su obituario para la revista Rolling Stone, Ben Fong-Torres escribió: “Jim Morrison, un hombre que cantó, escribió y bebió duro como cantante de los Doors, ha muerto –en paz– a los 27 años. Su muerte, a pesar de (o debido a) esfuerzos estratégicos de su esposa Pamela y sus amigos, estuvo envuelta de misterio. Murió en la madrugada el sábado 3 de julio, pero fue el 9 de julio, dos días después de que fue enterrado en un cementerio de París, que su agente dejó correr la voz a la prensa estadunidense”.