Vínculo copiado
El head coach de los Jefes perdió a su hijo Garrett falleció en 2012 por una sobredosis de heroína
13:05 domingo 9 febrero, 2020
Deporte Nacional e InternacionalEn ocasiones, Andy Reid pernoctaba en la oficina: por la mañana iba a su casa a preparar el desayuno para sus hijos y luego regresaba. Entonces el entrenador en jefe Mike Holmgren les decía a sus coaches asistentes: “Estén en casa, tomen tiempo con su familia”, pero sus palabras no hacían mella. Entre las 4:00 y 5:00 AM, al complejo de los Empacadores llegaban Jon Gruden, Steve Mariucci y Reid, este último siempre con un par de hamburguesas con queso y dos litros de refresco de cola dietético. ¿El resultado? Green Bay fue una máquina: tuvo seis apariciones al hilo en postemporada en los 90, con dos Super Bowls, ganando el XXXI ante los Patriotas. Cuando en 1999 Filadelfia firmó a Reid como head coach el trabajo aumentó y ya le pasaba factura: dicen que el buen Andy se quedaba dormido en la tribuna cuando acudía a los partidos de sus hijos, cuando éstos iban a la preparatoria. Joe Banner, entonces presidente de las Águilas, dijo una vez que, si se mudaban a otro complejo de entrenamiento, la oficina de Reid tenía que ser lo suficientemente grande para poder meter una cama. Otros, preocupados por el ritmo del coach, no lo tomaban a la ligera; David Akers, pateador en esos años con Fily (citado por el Washington Post), dijo que Andy se obsesionaba por ser eficiente en su trabajo, pero debía hacer lo mismo “en lo que realmente importaba de la vida”.
Reid nació en Los Ángeles y le agarró el gusto a la comida rápida cuando trabajaba como vendedor en el Dodger Stadium. Jugó en la Universidad de Brigham Young y al egresar consiguió ahí mismo su primer trabajo como entrenador. En 1992, llegó como asistente a Green Bay, en la misma campaña que Brett Favre, y poco después ya era el coach de quarterbacks y, por ende, jefe directo del estelar QB. Hoy cocina la naciente carrera de la nueva estrella de la NFL. “Él es el mejor coach de todos los tiempos”, se le escucha decir al joven pasador Patrick Mahomes al momento en que rodea con su brazo el cuello del robusto entrenador del gran bigote. A ese hombre de 1.91 de estatura y algunos kilos de más, se le puede envidiar su éxito en lo laboral... quizá no su vida familiar. Al poco tiempo de que Reid llegó a Fily, su hijo mayor, Garrett, comenzó a consumir drogas: cocaína y heroína; Britt, otro de sus vástagos, sufrió una lesión y se hizo adicto a analgésicos, entre otros fármacos. El Coach del Año en 2002 optó por involucrarlos más en su trabajo: ayudaban con los balones durante los partidos, eran parte de las celebraciones de victoria… pero nada funcionó. En 2007 sus dos hijos mayores (tuvo cinco: tres varones y dos mujeres) fueron arrestados por contrabando: irían dos años a la cárcel. Entonces el coach hizo algo inédito para él: se tomó una semana libre. Desesperado, Reid se asesoró con Tony Dungy, el head coach campeón con los Potros en el SB XLI y quien sufrió la muerte de su hijo James (se suicidó a los 18 años). No todos los que tienen problemas así, son malas personas”, le decía Dungy, quien incluso convenció a Reid para rescatar la carrera de Michael Vick, el estelar quarterback de Atlanta que había estado en la cárcel por organizar peleas de perros. Filadelfia lo firmó en 2009 y tuvo sus buenos años. “Andy me trató como si fuera su hijo”, dijo Vick alguna vez.
Reid y Dungy hablaban un poco de todo, hasta de religión: Tony es un protestante involucrado en evangelización y Reid es mormón, aunque antes era luterano; se convirtió a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días cuando conoció a Tammy, con quien está casado desde 1981.
La tragedia ocurrió en agosto de 2012, Garrett iba a sesiones de activación física en el entrenamiento de primavera de las Águilas. Fue hallado muerto una mañana; en la escena había una jeringa, heroína y una cuchara. Tenía 29 años. Al funeral asistió, entre las casi 1,000 personas, el head coach Bill Belichick, quien había derrotado a Reid en el SB XXXIX con los Patriotas. Al día siguiente, Andy se forzaba a darle la vuelta a la página, como si se pudiera, y estaba de nuevo en el entrenamiento. Pero Filadelfia ya no tuvo buenas campañas, acaso todo se combinó. Reid fue despedido después de la temporada de 2012. Pero sólo estuvo cuatro días desempleado: KC, el siguiente reto. Andy tiene ocho nietos, tres de ellos son hijos de Britt, quien, tras salir de prisión, se casó y hoy es coach de linebackers de los Jefes. Actualmente, el abuelo de 61 años se da sus escapadas para ver a sus nietos en algún recital de música o en un partido de basquetbol. Y parece que ya no se queda dormido. Entendió, con Britt, que las revanchas a veces fructifican. Así, con Kansas City seleccionó a Travis Kelce, a pesar de que el estelar ala cerrada fue suspendido un año en la universidad por consumo de mariguana. “Todos merecemos una segunda oportunidad”, comparte ahora Reid. Pero ocurre que sólo algunos las aprovechan... otros no. Uno no puede hacer otra cosa más que pensar en él (Garrett)”, dijo Andy durante su discurso con el trofeo Vince Lombardi en sus manos, tras ganarle el SB LIV a los 49’s. Ese cetro le costó mucho: 20 años como head coach, desvelos y especiales sacrificios, algunos de ellos con consecuencias irreversibles.
¿Ganar el Super Bowl hizo que todo valiera la pena? Ahora Andy Reid tendrá que meditar en eso.
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Excelsior