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Hemos escuchado y hemos tenido mucho acceso a información sobre las elecciones que se desarrollaron el pasado primero de julio, y lo que nos ha entusiasmado a muchas personas que hemos trabajado desde diferentes aristas la equidad, la igualdad de género y la no discriminación contra las mujeres, que vamos a contar con un poder legislativo tanto local como federal en paridad.
01:04 miércoles 11 julio, 2018
EN LA OPINIÓN DE GLORIA SERRATOHemos escuchado y hemos tenido mucho acceso a información sobre las elecciones que se desarrollaron el pasado primero de julio, y lo que nos ha entusiasmado a muchas personas que hemos trabajado desde diferentes aristas la equidad, la igualdad de género y la no discriminación contra las mujeres, que vamos a contar con un poder legislativo tanto local como federal en paridad.
Las campañas electorales dejaron un saldo positivo para las mujeres, en el Congreso del Estado de San Luis Potosí por primera vez habrá un total de 12 mujeres diputadas, de ellas siete fueron electas y cinco son por la vía plurinominal. Lograr ese resultado fue complejo, ya que a pesar de que hubo reformas legales, un protocolo para evitar la violencia política contra las mujeres, ellas tuvieron que sujetarse a muchos acuerdos no escritos sobre la actuación que debían tener en esta contienda.
La competencia en apariencia fue equitativa, porque se contó con una base inicial legal que daba las mismas oportunidades de desarrollar una contienda electoral a hombres y a mujeres, sin embargo el trasfondo no lo fue y al interior de los partidos políticos aún hubo manejos con sesgos machistas y misóginos. Se hicieron denuncias al interior de algunos partidos, sobre todo porque las mujeres afectadas no quisieron hacer ver al electorado los inconvenientes internos sobre cuestiones que ponían en desventaja a las mujeres.
La violencia política es un tema que prevalece, se debe poner especial atención para que implementar los cambios necesarios, que garanticen que en las siguientes contiendas electorales haya una verdadera equidad tanto en distritos asignados, recursos económicos, cese a la violencia interna de los partidos contra las mujeres.
Vimos en esta elección en cuanto a la nominación de candidatas que muchas de ellas fueron designadas en distritos que no habían ganado en las últimas elecciones, como fue el caso para las candidatas del Partido Revolucionario Institucional que nombraron para el ayuntamiento de la Capital, y el municipio de Soledad de Graciano Sánchez, así como candidatas a diputadas federales y locales en distritos que nunca habían sido opción electoral para ese partido político. Eso es parte de la violencia política.
Deberán las autoridades electorales hacer una revisión puntual de lo que ocurrió desde la designación, hasta la campaña y los recursos que se les otorgaron, que no se vuelva a dar que las dirigencias de partidos políticos hagan acuerdos para seguir colocándolas en los distritos que siempre han perdido. Un hecho de este orden no deberá quedar al interior de un partido político, sino en una denuncia concreta por violencia política de género. Vamos en un camino muy árido, con una fiscalía electoral que tuvo un gran entusiasmo para atender las denuncias que se presentaron, y resulta indispensable poner especial atención en un enfoque de género, para identificar con facilidad los hechos delictivos que sufren las mujeres.
Hubo denuncias de candidatas a puestos de elección popular que deben resolverse, que quede el antecedente para visibilizar los sesgos que aún persisten y que terminan siendo hechos de discriminación por nuestra condición de ser mujeres.
Me parece ejemplar el espacio que las mujeres hemos alcanzado. Hace un par de años un grupo de mujeres tomamos un curso de violencia política contra mujeres organizado por la organización civil Santa María de Lourdes A.C. (SAMALOU) y el organismo electoral local CEEPAC, en el que reunió a un nutrido número de mujeres militantes de partidos políticos, funcionarias públicas, legisladoras, sociedad civil, servidoras públicas, que acudimos con el interés de incidir en la forma en cómo los partidos habían incluido a las mujeres, evitar que hubiera hechos de violencia política.
Cuando hablábamos de violencia política lo poníamos en ejemplos específicos, porque era necesario que tuviéramos la representación de lo que muchas mujeres tuvieron que atravesar para que nos pudiéramos sentar a la mesa y hablar de lo que otras mujeres habían vivido y enfrentado en un mundo masculino de observar la actividad política. Se habló en esos talleres de las “trampas” misóginas que llevaba a cabo la elite política en la que se ponderaba el trabajo de los hombres y la inclusión de las mujeres, en las que a los hombres les costó mucho ceder el espacio público de la política a las mujeres, casi se leía como no queremos pero es una obligación
Como a “fuerzas” dejaron entrar a algunas a un espacio de participación política, en la que sólo se les pidió apoyo para llevar a cabo la organización y las mujeres seguían viendo pasar las oportunidades. Hubo ejemplos en esta elección, de mujeres con más experiencia en la política de partidos y de una trayectoria en la administración pública, que contendieron en distritos electorales complejos, y vimos una minúscula fuerza política de grandes personajes como Martha Orta, que obtuvo una mínima cantidad de votos.