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“Hay que sacar a la gente buena de sus casas, de sus consultorios, de sus trabajos y los malos se van a ir yendo como la nata, como la lama en un estanque”
22:53 miércoles 16 mayo, 2018
San LuisLeonel Serrato es uno de esos personajes que transpira un olor a pasado, pero no en sentido negativo. Transpira conocimiento, pasión, análisis, sabiduría. La sabiduría de una generación que ya se fue, pero que sigue viva a través de quien tuvo la fortuna de conocer a hombres y mujeres que cambiaron la historia.
La vida de Leonel es parecida a una de esas historias paralelas que a veces se narran en las películas. Uno de esos personajes que crece viendo a figuras importantes de la vida pública, pero no por estar al lado deja de sorber del vaso de sus anhelos y sueños democráticos. Le gustan las palabras viejas, pero “odoríferas, que perfuman el discurso y crean el ambiente que invita a enlazar los diversos pensamientos de una forma ordenada”, como asegura Alex Grijelmo, en su libro, “La seducción de las palabras”. En la ex hacienda de Peotillos, donde creció, conoció a personajes como Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, doña Ifigenia Martínez y al propio Andrés Manuel López Obrador, actual candidato de Morena a la presidencia de la República. La casa grande de la ex Hacienda es propiedad de la familia de don Ignacio Muriel de la Maza, que fue abogado general del Banco de México y de Samuel del Villar, primer procurador perredista de la Ciudad de México, por lo que no era raro ver a personalidades políticas y empresariales en la ex Hacienda. La casa gande nunca fue un lugar cerrado, los niños como Leonel la visitaban a menudo, incluso el personal de servicio les daba de comer. Y no se trataba de una casa cualquiera, sino de una residencia que se contruyó para que en ella habitara Maximiliano de Habsburgo. “Imagínese el Palacio austriaco que es. Las habitaciones, el comedor”, narra emocionado, desde el balcón de una casona recién remodelada en el Barrio de San Sebastián, convertida ahora en su casa de campaña. Con el jardín del barrio como telón de fondo y las campanas de la iglesia que llaman a misa, como testigos, Leonel nos cuenta su historia.
GLOBALMEDIA: ¿Cómo era la relación con sus padres cuando era niño? LEONEL SERRATO SÁNCHEZ: Con mis padres dura, porque mi papá era muy, muy enérgico, muy estricto. Cuando se enojaba nos hablaba de usted. Mi madre mucho más tranquila, pero siempre como una maestra. Siempre enseñando, siempre corrigiendo, además nosotros cargábamos con la responsabilidad de que eramos los hijos de don Leonel y de la maestra Gloria. No nos tenían muchas consideraciones. Eramos fiscalizados desde chiquillos. Como eramos muy seguidos. Mi hermana Gloria y mi hermano Homero, pues erámos pandilla. Éramos banda salvaje. Gloria al crecer dejó de andar de chirota con nosotros y ya solo éramos mi hermano y yo. Mi siguiente hermana que es Mónica, ya le llevamos muchos años. Yo nací en 1971 y mi hermana en 1977. El último de mis hermanos, él fue el pilón. A él le llevo 14 años. Más bien erámos niñeros del chiquito, de Ulises. El más grande, Mauricio, es un par de años más grande que Gloria. GM: ¿A qué se dedicaban sus padres? LSS: Mi padre era ganadero y agricultor. Tenía un buen hato de vacas, borregas y unas pocas chivas -éstas últimas mientras engordaban para hacerse barbacoa-. En su juventud fue zapatero y ya de grande hizo lo mismo. Los zapatos de toda mi infancia me los hizo él. No nos gustaban porque duraban horrores. Mi mamá, maestra. Era la maestra del primer año de primaria en Peotillos. Le dio clase a 20 generaciones de niños de Peotillos. Mi papá murió hace 9 años, el 21 de diciembre de 2009. Mi madre está entera, muy latosa, por el carácter fuerte que tiene. Es maestra jubilada.
UN NIÑO ORADOR A diferencia de otros niños de su edad, Leonel nunca fue bueno ni para el futbol, ni para correr, ni para brincar. En cambio, la poesía y la oratoria siempre fueron su fuerte. Era el elegido para ser el maestro de ceremonias en los festivales de la escuela, para declamar en las fiestas cívicas y años después, cuando se unió al movimiento navista, reafirmó que servir de voz para denunciar era su verdadera vocación. Su pasión por la palabra la aprendió de su padre, que aunque no era religioso, se reunía con el párroco del pueblo para platicar, junto a otros amigos. “Se juntaban dos, tres señores, se echaban un tequila con el párroco, que a veces tomaba. Platicaban de todo. Nosotros allí estábamos -en referencia a su hermano-, porque a mí me gustaba oirlos. Lo que yo creo que tambiés es una parte muy esencial de mi formación es oir a la gente sabia hablar”. GM: ¿Fue buen o mal estudiante y cuáles eran sus materias favoritas? LSS: No me gustaban las matemáticas, era muy burro para las matemáticas. Me gustaba mucho el civismo y literatura, luego cambió a español y ya no hubo civismo. Me gustaban también las actividades físicas, pero no era bueno para nada, ni para correr, ni para brincar, ni para jugar futbol. Mis amigos tenían que juntar al amigo tonto. No se me daba ni la biología, ni la física, pero era medio nerd, tenía la disciplina para aprobarlas. GM: ¿Cuándo era niño que quería ser de grande? LSS: Yo imaginaba ser arquitecto, pero despúes cuando conocí más de cerca lo que hacía el ingeniero Muriel y el doctor del Villar, que era doctor en derecho, platicando con ellos, a los 11 o 12 años, claramente pensé que tenía que ser abogado. Además yo sé que, aunque nunca me lo dijo, mi padre hubiera querido ser abogado. Cuando entré a leyes, fue todo un acontecimiento para él.
EL NOTARIO REGAÑÓN Leonel Serrato asegura que tiene una vida un poco aburrida. Gran parte de su día lo pasa encerrado en su notaría revisando planos, escrituras, diseñando contratos. Disfruta el trabajo notarial, pero admite que no es divertido. El resto de la jornada lo dedica a andar en bicicleta y a reunirse con amigos. Desde hace algunos años no es muy activo en redes sociales, pero le gusta ser un lector pasivo. Lee mucho de lo que se publica en Internet, aunque no comente nada. Escucha radio por Internet y conversa mucho por WhatsApp. “Mis días son un poco aburridones, porque aunque me despierto siempre temprano, 6 de la mañana, me lavanto como a las 7. Generalmente voy a andar un rato en bicicleta. Cuando el día está bonito, agarro la bicicleta y me voy al Tangamanga. Cuando está feo, estoy viendo tele y tengo una fija. Generalmente desayuno en la casa, yo vivo solo entonces invento, los lugares comunes para el desayuno la mayor parte del tiempo. O bien tengo que ir a desayunar con alguien”. “Llego a la oficina, 9:30 o 10 am. Cuando no tengo compromiso para comer, como en la oficina. Salgo de la oficina como a las 7 de la noche”. “Atiendo a la gente, aunque en eso tengo a mi adscrito que me apoya. A él se le da de modo natural atender a la gente, muy amable, a mí a veces, porque la mayoría de las veces soy muy regañón como notario, luego las personas quieren soluciones momentáneas, pero no solucionan su problema mayor”. Además, le gusta escribir, lo que publica en medios informativos, pero también textos que nadie conoce y que probablemente nunca se publiquen. Discursos sobre la honestidad o la decencia y algunos cuentos que corrige continuamente “les quito y les pongo”. Pero Leonel también conversa. Le gusta mucho reunirse a platicar con amigos, aunque admite que es selectivo con sus amistades. “Tomó poco, entonces procuro tomarlo con gente que valga la pena. No es lo mismo un mezcal con un “x”, o solo, que bien platicadito con un mezcal o el café".
NAVISTA PARA SIEMPRE La campaña de 1991 a gobernador del doctor Salvador Nava Martínez fue uno de los eventos que más lo ha marcado en su vida. “Allí me di cuenta qué era lo que me gustaba hacer en la vida pública. Hablar, servir de voz, denuciar, y el movimieto navista fue una escuela formidable, ojalá la hubieramos podido tener todos los que nos gusta la lucha por la democracia”. Leonel Serrato afirma que el movimiento navista lo marco profundamente y agrega que mucho de lo que es hoy en día, de sus ideas políticas, derivan de esa época. Pero aclara que no todas las ideas del movimiento eran del doctor. “Algunas eran del ingeniero Cárdenas, de don Luis H. Alvarez, tuve el privilegio de conocer a don Manuel Clouthier, papá, Maquío, de conocer a personajes como nuestro unico candidato presidencial potosino don Gumersindo Magaña Negrete”. Además de personas que hasta el día de hoy admira profundamente, como Eduardo Martínez Benavente o Guillermo Pizzuto. GM: ¿Cuáles considera que fueron los tres políticos más destacados del siglo XX en San Luis? LSS: El primerísimo, Salvador Nava, por todo lo que ha representado a la vida cívica, no partidista de San Luis. Creo que también la dupla Horacio Sánchez Unzueta y Guadalupe Nava, porque como políticos aunque eran dos personas distinas encaminaron un solo proyecto. Y el otro que admiro mucho, por la reciedumbre y el profundo contenido de todo lo que hace es Eduardo Martínez Benavente. Ellos como tres en general, pero si les pudieramos agregar políticos con los que ideológicamente no estoy identificado incluiría a Miguel Valladares, a don Luis García Julián, al ingeniero Pizzuto, a doña Lupita Rodríguez. Son políticos de un peso excepcional. GM: ¿Cuáles considera que fueron los tres peores gobernantes de San Luis del siglo XX e inicios del siglos XXI? LSS: Yo diría que uno de los que marcó a San Luis sin duda fue Gonzalo N. Santos, él generó las condiciones para tener que relanzar al pueblo de San Luis. Mucho menor, mucho más pequeñito y con muchos matices, tendría que ser Carlos Jonguitud. Cuando voy al parque digo ha sido un gran gobernador y cuando recuerdo que le cortó el presupuesto a San Luis digo qué terrible gobernador. Y finalmente puede considerarse como un mal gobernante el actual. Juan Manuel Carreras nos enganó a todos con su cara de buena gente. Pero no está al nivel de esos malotes, digamos que es un malosillo. Gonzalo y don Carlos Jonguitud pudieron haberle hecho tanto daño a San Luis y si no hubiera sido por el pueblo que se les puso enfrente, hubiera sucedido. LOS MALOS YA SE VAN Para cerrar le pedimos una receta, un camino que nos haga devolver la dignidad a la política y nos la da recordando a su maestro el doctor Salvador Nava: “En alguna ocasión un dentista le dijo al doctor Nava, que él no estaba en la política porque la política era mala, pero el doctor le contestó que la política es mala, porque está en manos de malos, porque la gente buena está en su consultorio”. “Los políticos actuales están desprestigiados por corruptos, por mentirsos y por malos pa gobernar. Esa combinación en cualquier partido es lo que ha hecho que la gente los deteste. No se componen, no tienen remedio, ellos pertenecen a un régimen ya viejo que se está yendo”. “Los jóvenes no los soportan. A los jovenes lo que les cae gordo es que los políticos quieran vernos la cara de tontos. Como si fueramos retrasados mentales o menores de edad”. El camino que propone es sencillo: “hay que sacar a la gente buena de sus casas, de sus consultorios, de sus trabajos y los malos se van a ir yendo como la nata, como la lama en un estanque. La gente buena está trabajando, en su casa. Tenemos que mover a la gente para que acceda a darnos eso bueno que tiene”.