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Esta “puerta giratoria” se puede determinar también como un desfile de autoridades políticas de la administración pública entre los sectores privado, empresarial y público. Un círculo vicioso que puede ser calificado como poco virtuoso.
22:55 miércoles 13 marzo, 2019
ColaboradoresLa lucha contra la corrupción se ha estancado a nivel mundial en los últimos años según el Índice de percepción de la corrupción que realiza la prestigiada organización Transparencia Internacional. En México la cosa es de dimensiones alarmantes. Mientras nuestro país en el ranking de corrupción ocupa el deshonroso lugar 138 de 180, otro país latinoamericano como Chile está en el lugar 26. Por lo tanto es sumamente interesante documentarnos sobre que ha hecho este país andino para combatir de forma mucho más eficiente la corrupción. Estoy apasionado y dedicado para conocer los casos de éxitos que sin duda le han generado grandes avances a Chile tanto en el tema de transparencia como en el combate a la corrupción. Hoy les explico sobre un tema que en México es cosa cotidiana: “las puertas giratorias”. Se dice que dentro del sector público, cuando altos funcionarios abandonan sus cargos, encuentran sitios privilegiados en empresas con las que han alimentado su sueldo gracias a otros pactos realizados previamente en su favor. Esta “puerta giratoria” se puede determinar también como un desfile de autoridades políticas de la administración pública entre los sectores privado, empresarial y público. Un círculo vicioso que puede ser calificado como poco virtuoso. Junto a la medida de Chile para poner un freno a las puertas giratorias, otra que vale mucho la pena destacar es la de mejorar la seguridad y protección de los denunciantes para evitar cualquier posible represalia, fijando un sistema de concurso público con el que se eviten las citadas puertas, añadiendo una serie de normas relacionadas con la recuperación de activos, difundir un código de ética y un sistema de integridad a cumplir a rajatabla por los mandatarios. También quiero ponderar los objetivos del sistema anticorrupción que son atacar directamente a tres focos: la impunidad, la mejora de los sistemas de transparencia y una política de datos abiertos. Desde el año 2015 se implementaron un total de 11 acciones concretas con las que pretende combatir una enfermedad que, de no combatirse, puede llegar a afectar seriamente al desarrollo de un país. En México al parecer la gran mayoría de la clase política no lo entiende. A estas acciones le siguen una transparencia total, un aumento de exigencia a cualquier funcionario, severa sanción a quienes utilicen empresas fantasmas, la creación de una nueva fiscalía y otras iniciativas con buenos resultados; pero que necesitan un mayor avance para seguir limpiando todo el sector público. México debe ya tomar los buenos ejemplos y los casos de éxito de Chile en el combate y prevención de la corrupción.