Como un gran actor de telenovelas aparecía Enrique Peña Nieto en varios spots hace ya seis años, en su campaña para conseguir votos prometía cosas que el día de hoy tienen un tremendo peso. En uno de estos promocionales aparece Peña Nieto de camisa arremangada para visitar la panadería “Rosita” y firmando su compromiso en una bolsa de papel le dice al panadero: “cuando yo sea Presidente de México me comprometo a que usted, su familia y su negocio van a prosperar” y el señor le asegura que lo va a conservar enmarcándolo. En otro, Peña Nieto se sienta cómodamente en el comedor de una familia y el papá le expone su difícil situación, ya que tienen que trabajar tanto el cómo su esposa y aun así el dinero no les alcanza. El candidato les expone que su compromiso es que el dinero que ganen les alcance para más cosas y luego volteando a la cámara, ya en su camioneta dice: ¿Sabes cómo voy a saber que estoy haciendo bien las cosas? cuando mañana regrese a ver a Jesús y a Margely y me digan que las cosas han cambiado. Y así puedo seguir describiendo todo lo que prometía en su campaña electoral para pescar los votos, que dicho sea de paso, ante una sociedad inconforme con la situación económica y de inseguridad del gobierno en ese entonces de Felipe Calderón, castigó en las urnas a los panistas. Hoy se espera algo similar pero con dimensiones mayores. A pesar que en México la ciudadanía es todavía poco exigente durante el mandato de quienes prometen entregar mejores resultados, los votos de castigo cada día son más representativos y sí pueden mover el resultado de una elección. Las promesas de que bajaría la luz y la gasolina ilusionaron a la gente, mucha gente compró el producto comercial llamado Enrique Peña Nieto, por algo ha sido llamado el tele presidente. Poco a poco la realidad fue dejando todo muy claro. Basta recordar el inicio del 2017 cuando impactó de manera brutal en el bolsillo de los mexicanos el enorme gasolinazo. La deuda pública creció de forma estrepitosa y alarmante, el bolsillo de la ciudadanía es claro reflejo de la situación. A pesar de esta realidad, todavía esta semana el primer mandatario de la nación, justificaba que las cosas no están tan mal en el país y que a los mexicanos nos gusta “auto flagelarnos”, que la crisis está solamente en nuestras mentes. Desde mi óptica anticipo un castigo ejemplar en las urnas en contra el partido oficial, el PRI y sus aliados incluso mantienen fricciones entre sí porque ya detectan la debacle que se avecina. La corrupción que ha sido un emblema del Gobierno de Peña le costará muy caro. La Casa Blanca, OHL, Odebreht, los muertos y desaparecidos de Iguala, los asesinatos de periodistas y la alarmante inseguridad le han generado ante el mundo un escenario caótico. De todo el derrumbe que se avecina ¿Qué estará Peña Nieto esperando negociar? ¿Otro pacto con los principales partidos políticos pero ahora para garantizar su impunidad? En la política mexicana podemos esperar de todo y más en este triste final de la telenovela llamada Enrique Peña Nieto.