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El endeudamiento de las familias y de las personas siempre ha sido un tema de preocupación. Tanto nivel académico como en lo práctico, es evidente que a nivel global y particularmente en países como México, el endeudamiento de los hogares ha crecido.
18:38 jueves 23 noviembre, 2017
Colaboradores“La pregunta no es a qué edad me quiero retirar; sino a que ingreso quiero hacerlo.” George Foreman, ex campeona mundial de boxeo.
El endeudamiento de las familias y de las personas siempre ha sido un tema de preocupación. Tanto nivel académico como en lo práctico, es evidente que a nivel global y particularmente en países como México, el endeudamiento de los hogares ha crecido.
En particular resulta especialmente preocupante el endeudamiento de corto plazo no destinado a generación de riqueza patrimonial, como lo es el obtenido a través de tarjetas de crédito y departamentales. A ello se suma el que, por sus características, este endeudamiento tiende a ser el de mayor costo.
En un reciente estudio publicado en el Buró Nacional de Investigación Económica de Estados Unidos, “Debt and Financial Vulnerability on the Verge of Retirement”, de Lusardi, Mitchell y Oggero se llama atención sobre una tendencia aún más preocupante: que se refiere al crecimiento del endeudamiento promedio de personas cercanas a las edades de retiro. En el estudio, se encontró que el promedio de endeudamiento se triplicó entre 1992 y 2010.
En México, aun cuando se carece de datos con el mismo nivel de profundidad para un análisis inicial, existe información que apunta a que el porcentaje de los ingresos de los hogares que se destinan al pago de endeudamiento ha venido sistemáticamente creciendo. Ello se suma a la tendencia demográfica de crecimiento de los hogares encabezados por personas en edades cercanas o ya en edad de retiro.
Tratándose de personas cuyas edades encuentran próximas al retiro, es evidente la falta de una visión que establezca como prioridad gradualmente disminuir la deuda, lo cual implica que las personas se acercan a la edad o inician su edad de retiro, aun teniendo deudas de corto plazo, de manera precisa cuando ingresan a la fase en la que ya no estarán generando ingresos recurrentes por su vida laboral o en la que estos tenderán a disminuir significativamente.
Si ello sumamos el estado de evidente deterioro de un porcentaje amplio de las pensiones que reciben las personas que entran en edad de jubilación (ello, sin contar aquellos que, por la precariedad de sus empleos no tendrán derecho a la misma), entonces enfrentamos un escenario que agrava la de por sí precaria condición de las personas que rebasan los 65 años. Conviene además recordar que en México la edad de retiro es de 65 años, pero la edad efectiva de retiro (cuando las personas pueden o tienen que dejar de trabajar) es superior a los 70 años.
En muchos casos, los hogares con adultos mayores a la cabeza tienen niveles de endeudamientos que, aun cuando no resultan muy elevados, tienen un impacto importante sobre los reducidos ingresos disponibles.
Recientemente, a este problema hay que sumar los ajustes a los costos de estos créditos, derivados del aumento en las tasas de referencia.
De ahí la importancia de crear programas específicos que favorezcan la información financiera adecuada en edades previas al momento del retiro, pero también la importancia de crear mecanismos que permitan reducir gradualmente los niveles de endeudamiento de este sector de la población.
No debemos olvidar que, producto de la transición demográfica, los mecanismos de soporte familiar están también modificándose. Hace algunas décadas y todavía en menor medida en el presente, el principal soporte de las personas en edad de retiro con pensiones precarias lo constituyen los integrantes de su familia. Sin embargo, ante la progresiva y sistemática reducción del número de hijos promedio en los hogares, este mecanismo pierde efectividad y dejará de ser relevante para el futuro.
Si no atendemos este tema con prontitud, las personas que hoy tienen edades cercanas a los 50 años, con un promedio de hijos sensiblemente menor al que tuvieron sus padres, y con un escenario aún débil en el tema de pensiones, enfrentarán una condición que comprometa su bienestar financiero futuro.
El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual, profesor de la Facultad de Economía de la UNAM, columnista en El Economista y Director General de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo. [email protected] – síguelo en Twitter @martinezsolares