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En México el problema de la corrupción es gravísimo y ha corroído hasta lo más profundo a las instituciones y está directamente relacionado con el alto índice de impunidad que impera en nuestro país
00:06 jueves 20 agosto, 2020
EN LA OPINIÓN DE ERIKA SALGADOEn México el problema de la corrupción es gravísimo y ha corroído hasta lo más profundo a las instituciones y está directamente relacionado con el alto índice de impunidad que impera en nuestro país. Si bien la corrupción no tiene emblema, el Partido Revolucionario Institucional, a lo largo de su historia, ha dado muestra de que es especialista en estas prácticas. Casos como el de Javier y César Duarte, Rodrigo Medina, Tomás Yarrington, Roberto Borge, Andrés Granier y recientemente el caso Lozoya, que salpica hasta las más altas esferas del poder, ni más ni menos al último presidente priista de México, le han valido un tremendo desprestigio ante los ciudadanos. Pero los escándalos, las críticas y el rencor hacia los malos gobierno del PRI no son nuevos. ¿Cómo es que ese partido ha logrado mantenerse vivo e incluso seguir ganando algunos procesos electorales como la gubernatura de San Luis Potosí? La respuesta puede ser tan sencilla, o tan compleja, como tan profundo estemos dispuestos a mirar. El Dr. En Ciencias Sociales Luis Daniel Vázquez, investigador de la UNAM y de Flacso México sostiene que las condiciones de pobreza en las que vive la mayoría poblacional en nuestro país hacen que México sea tierra fértil para el clientelismo, una práctica, que, si bien explotan todos los partidos políticos, está casi patentada por el Revolucionario Institucional. Eso, la estructura construida durante tantos años por el PRI y la forma en la que los electores se han aferrado a lo “conocido” antes de arriesgarse a optar por la alternancia, le han garantizado la supervivencia al tricolor, pero hoy más que nunca, la suerte amenaza con abandonarlo. El desencanto social le pasa la factura, Ayotzinapa, La Casa Blanca, los gobiernos indiferentes, simuladores, corruptos u omisos en el ejercicio de su función, emanados de sus filas lo han dejado en la lona. El caso de San Luis Potosí no es diferente, el PRI logró recuperar la gubernatura del estado luego del cuestionado sexenio del panista Marcelo de los Santos Fraga, la gente le volvió a dar la confianza al tricolor en la figura de Fernando Toranzo Fernández, quien dejó a su paso por el gobierno contratos a sobreprecios, compras que violaban las condiciones de legalidad, escándalos y más. Con todo, logró el objetivo de cada primer priista del estado, pasar la estafeta a otro militante del tricolor, Juan Manuel Carreras, quien por su perfil prometía mucho y lograba que tanto priistas como no priistas pensaran que podría traer consigo, por lo menos, un rumbo claro para San Luis Potosí. Pero la ilusión duró poco, Carreras es retratado por los potosinos como un gobernador que no ha enfocado su gobierno en las verdaderas necesidades del estado y su ordenamiento como zona metropolitana competitiva con las del resto del país, un gobernador que ha dejado que los proyectos que prometió desde hace 5 años, cuando inició su mandato, sigan pendientes e indefinidos, que no logró aprovechar el tiempo en el que coincidió con un presidente priista, Enrique Peña, para llamar la atención hacia nuestro muy necesitado estado, ni concretar las promesas que el mismo presidente hiciera en eventos públicos, mucho menos ahora con un presidente de oposición. Y mire que ambos presidentes han sido visitantes frecuentes de nuestro estado, este miércoles, ni mas ni menos, San Luis Potosí recibió al Presidente López Obrador y a su gabinete, pero eso no le ha significado ningún beneficio práctico a nuestra entidad, a sus habitantes. En 2016 luego de los XV años de Rubí, entrevisté al gobernador Carreras y al cuestionarle sobre el exceso de atención que parecía dársele a la fiesta en medio de una crisis de combustible que afectaba a los potosinos, me dijo que un evento como el de Rubí podría marcar a su administración para bien o para mal, no se equivocaba el mandatario, pues al tiempo hay pocas cosas que puedan poner a su gobierno en la mira nacional o internacional. Y si miramos hacia el Congreso del Estado o las alcaldías no encontramos mejores cartas de presentación, ex Diputados que cargaban gasolina y se iban sin pagar, que bailaban con burros, que pretendían irrumpir en escenas de crímenes, que daban el charolazo para librarse de la acción policial, que presuntamente desviaron dinero para ganar votos, ex lideres estatales que tuvieron que salir por la puerta trasera o mejor dicho por la ventana, un partido que no es capaz de garantizar buenos perfiles de los candidatos que postula, a los que impulsan bajo su emblema, son los factores que lo ha llevado a ser señalado y rechazado por los ciudadanos, son los mismos factores que le han abierto la puerta a partidos como Morena. Asi llega el PRI de cara al 2021 y es claro que será muy complicado que logre mantenerse en la gubernatura, de posibles candidatos ni hablamos, tendría que ser alguien de honestidad tan probada, de presencia y liderazgo tan fuerte que logre pesar más que todo lo antes mencionado. Ante eso, la estrategia del PRI podría ser negociar su derrota y capitalizarla en otros espacios, no sería raro, después de todo el PRI de Carreras ya lo hizo en la elección de la alcaidía capitalina en 2018 y aunque parece que eso significaría un golpe mortal para el tricolor, también sería la opción más viable y que le diera el tiempo de reconstruirse, para retomar la estructura, recomponerla y recomponerse. Es eso o aventurarse a ir por la grande con riesgo de perderlo todo. Así la factura al PRI, un partido que pese a todo, cuenta en sus filas con grandes hombres y mujeres que siguen fieles a los principios de origen del Revolucionario Institucional, esperando que en algún momento se recomponga y sea el partido que ellos y que México merece. Del gobernador Carreras lo mínimo que esperan los potosinos es que su mayor obra y compromiso con San Luis, si aún lo tiene, sea cuidar en manos de quién dejará a nuestro estado.