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Redacción
23:32 domingo 5 noviembre, 2017
DESDE LA REDACCIÓN SLPNo solamente vivimos en una sociedad donde las leyes no se aplican, vivimos en una sociedad donde las instituciones sirven de muy poco. Ejemplos podríamos dar miles, pero hoy nos detendremos en el caso de la Auditoría Superior del Estado (ASE). Esta columna tuvo acceso a la denuncia penal que hace unos días presentó la ahora nueva auditora, Rocío Cervantes, ante la Procuraduría de Justicia estatal, por el caso de la "fiesta fantasma". Al leer la denuncia, que dicho sea de paso, cuenta con lujo de detalle el móvil de los delitos, no puede uno dejar de sentir náuseas. Una sensación física que invade el cuerpo cuando estamos frente a algo desagradable, podrido, de mal olor. Y es que, hasta el día de hoy la Auditoría Superior del Estado es una institución podrida, que sigue despidiendo olores desagradables. La ASE fue creada con el objetivo de revisar la correcta aplicación del recurso público que ejercen los tres poderes del estado, además de los municipios y organismos autónomos y, en su caso, sancionar los excesos cometidos. Pero los funcionarios de la ASE no solo no cumplieron su labor de vigilar la correcta aplicación de los recursos públicos, sino que como viles delincuentes dañaron la Hacienda Pública, sustrayendo 600 mil pesos para una fiesta navideña que nunca se realizó. Los encargados de vigilar el buen uso del recurso público resultaron ser unos pillos que cometieron: asociación delictuosa, peculado, ejercicio indebido de la función pública, abuso de autoridad y fraude. La denuncia detalla como tuvieron incluso que facturar dos veces los supuestos servicios ofrecidos por Francisco Benjamín Lozano Canseco, porque la primera factura resultaba inverosímil. Primero dijeron que habían adquirido un servicio de 50 platillos de adulto, 60 platillos infantiles, mobiliario, instalación de equipo en jardín, etcétera, pero posteriormente corrigieron y dijeron que sí se habían gastado 600 mil pesos, pero en la compra de 23 canastas navideñas que incluían diferentes bebidas. Se trató de un fraude, afirma la denuncia. Un fraude en donde Lozano Canseco no es una "blanca palomita, como hizo creer a La Jornada Aguascalientes hace unos meses al identificarse "como un estudiante que no estaba enterado del asunto". Solo había un camino para descubrir si Lozano Canseco era un prestanombres o una víctima. Seguir la ruta del dinero. Y el dinero llevó a la ASE a encontrar que el cheque fue depositado en una cuenta bancaria a nombre de Benjamín Lozano Canseco.
Un personaje que lo mismo vende fiestas fantasma, que perfumes, aparatos electrodomésticos, etcétera. Un empresario todo en uno. Un personaje que casualmente es un proveedor muy solicitado también en el Congreso. ¿Será que algún diputado está dispuesto a presentar una denuncia como la de la ASE por fraude y los delitos que resulten por el uso de este proveedor fantasma?
Es lo menos que esperamos si dicen estar comprometidos con la aplicación del Sistema Anticorrupción. Pero no perdamos de vista a la ASE. La nueva auditora se puso la vara muy alta con la denuncia que presentó. Y ahora tendrá que demostrar que está dispuesta a lograr que la ASE funcione otra vez. Una denuncia no basta, aún hay mucho lodo en la institución que preside.