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Las experiencias amorosas en palabras de Julia Kristeva (1998), une lo simbólico, lo imaginario y lo real.
22:57 lunes 11 febrero, 2019
ColaboradoresCuando hablamos del amor inmediatamente asociamos iconos, estereotipos, colores, imágenes vinculadas a las relaciones sentimentales entre las personas. El amor está señalado como uno de los valores más importantes de los seres humanos, hemos creído desde que tenemos consciencia que para llegar a la felicidad el camino seguro es el del amor. ¿Pero qué ocurre cuando el amor se basa en la desigualdad? Las mujeres hemos sido “diseñadas” como seres de amor, para dar amor, no para recibirlo, nos han construido como el pilar amoroso de nuestra sociedad por la capacidad natural para generar vida, y por tanto lo que le sigue, es que somos el objeto del amor de los hombres, y por ello nosotras de manera instintiva cuidamos, atendemos, apoyamos, de manera incondicional a los otros. Esta perspectiva de amor y sexualidad la ha desarrollado la antropóloga Marcela Lagarde en la que nos advierte que sexo, sexualidad y amor es asignado a las mujeres, porque nuestra capacidad sexual está atada a la maternidad, y por tanto somos seres de amor, para dar amor. El amor para nosotras está siempre en relación inmediata con un hombre, nuestro deber ser es amar, como sociedad a los hombres los construimos para ser amados, desde esa visión podemos partir para hablar del amor romántico, del amor incondicional, de cómo se ha generado desigualdad en las relaciones entre hombres y mujeres por esa distinción. Las mujeres hemos sido educadas para amar y siempre deseamos ser amadas, por eso esa enorme frustración de no sentirse comprendidas, de percibir que siempre se aporta más a la relación amorosa, de sentir que se da todo sin nada a cambio, y termina en separaciones, divorcios, rupturas dolorosas sintiendo que dejaron todo por amor. Así que el amor no es nunca entre iguales, emerge de las diferencias primero las biológicas y luego las sociales, y ahí es en donde se anida a la perfección la opresión de las mujeres, porque dar amor ha sido visto como sinónimo de entrega, sacrificio y obediencia, por tanto el amor carece de igualdad, por el contrario implica una relación de poder. Sí vemos desde distintos ángulos al amor, por ejemplo a los hombres se les ha heredado la visión de conquistar a la mujer, y en la actualidad la mercadotecnia nos vende prácticamente todo para que él seduzca a una chica, desde desayunos a domicilio, flores, globos, peluches, chocolates, citas en moteles, serenatas, viajes, joyas, etc, es decir proveer de objetos que le ayudan a tener la cercanía necesaria con una mujer para sentirse enamorados. Estas acciones sobre todo en fechas específicas como por ejemplo el Día de San Valentín, vemos como algo normal, natural y que no tiene nada de malo, regalar por parte de los hombres y recibir de parte nuestra, pero más allá de esto hay una forma en que como sociedad avalamos la desigualdad y compartimos estereotipos de roles de género, incluso que los hombres cuando ejercen machismo es parte de su naturaleza como hombre. Este tipo de acciones, como es el de regalar objetos para reafirmar el amor romántico nos ha llevado a que se continúen perpetuado las desigualdades con el consentimiento social, y puede llevarnos a pensar que la violencia contra las mujeres esta en relación a que ella no cumple con la asignación de los roles tradicionales que le han sido conferidos. Las relaciones de pareja no deben basarse en frases como del “Odio al Amor sólo hay un paso” que se reproduce en entornos violentos, machistas y misóginos, y que deja ver la posibilidad de que el amor tiene su punto de partida en las relaciones de desamor, los actos de amor nunca deben partir del odio y del rencor, porque se aloja con mucha facilidad la justificación de relaciones toxicas, y nos muestra el nacimiento del amor basado en la discriminación de nuestra condición de mujeres. Las mujeres de la actualidad estamos en dos esferas, por un lado tomamos muchos elementos de la vida tradicional con respecto de cómo establecemos nuestras relaciones amorosas, desde seguir mitos, creencias, fantasías, idealizaciones; pero por otro tomamos la manera contemporánea de relacionarnos de combinar el trabajo remunerado, la independencia, la autonomía, el uso del tiempo, la separación de la sexualidad con la maternidad. Cuando vemos el amor de manera tradicional y vivimos confiadas de que la igualdad entre hombres y mujeres es un hecho, hay una colisión con resultados que pueden llevar a muchas a mujeres a tener experiencias amorosas de conflicto, porque tenemos la expectativa de algo que no será posible porque siguen vigentes expectativas si no de la pareja, si de la familia, del grupo al que pertenecemos, de la sociedad en general, de las instituciones y nos cuesta poder hacerle frente para sostener una relación basada en la igualdad. Las experiencias amorosas en palabras de Julia Kristeva (1998), une lo simbólico, lo imaginario y lo real.