La definición de RUBÉN GUAJARDO como líder de la bancada panista en el Congreso del Estado no demuestra más que la bajísima calificación en la que se quiere seguir embarrando el Partido Acción Nacional. Independientemente de los resultados electorales que haya logrado en este proceso y que esa sea la tarjeta de presentación que le quieran calificar sus compañeros, se trata también de analizar el papel que ha jugado como diputado y en dos ocasiones. El rumor, el comentario y el señalamiento, negativos todos, han sido sus reales tarjetas. Los arreglos que se tuvieron en los cabildeos para lograr los votos en el pleno tuvieron costos y de eso nadie se asusta.  Lo que es repulsivo es la desmedida ambición financiera que el PAN y algunos de sus últimos legisladores han denotado. Desmedida. Juan Francisco Aguilar tenía la obligación política con su partido y con él mismo de presidir la coordinación, tanto por su liderazgo como presidente del partido, como por su recién aparición y confianza que se le pudo tener al exterior de llevar a buen puerto una oposición real de parte del PAN junto con el PRI al gobierno entrante. ¿Cómo se puede confiar en un miembro de la “Coalición” y del PAN, que el día de la fotografía de toda la coalición legislativa, casualmente no fue? En política no hay casualidades, y ese día Rubén Guajardo casualmente tenía comisión. Que lastima Juan Francisco. Hasta mañana…