Cuando la economía de un país es saludable los principales indicadores económicos presentan buenos resultados, es decir, la tasa de interés se encuentra a la baja, existe un tipo de cambio estable, la tasa de inflación se mantiene en números mínimos, el empleo tiende al pleno empleo y por supuesto el Producto Interno Bruto (PIB) se ve incrementado. Sin embargo, existen ciertas actividades que se ven afectadas de forma inmediata por la situación económica imperante en una nación, así tenemos, por ejemplo, que las exportaciones y las actividades turísticas se ven beneficiadas en el corto plazo ante una devaluación de nuestra moneda, aun cuando en el largo plazo el efecto final es malo. La construcción, es una de las actividades más sensibles económicamente hablando, y la podemos dividir en dos grandes ramas, la construcción habitacional y la de infraestructura, la habitacional se nutre naturalmente de las necesidades de vivienda de la población y ésta al percibir un ambiente económico enrarecido simplemente deja de adquirir vivienda, lo que trae consigo que se deje de construir. La de infraestructura requiere del apoyo del gobierno, pues dado la envergadura de las obras y del costo de las mismas es quien necesariamente tiene que promoverlas, es así como en el pasado se han llevado a cabo carreteras, presas, aeropuerto y vías férreas entre otras, siendo esta actividad el incentivo del crecimiento económico. La construcción es quien tiene el multiplicador de la inversión por excelencia, pues no solo implica la mano de obra y los materiales, en esta actividad suma además el crecimiento de una zona, abriendo el paso para servicios que se instalan de forma permanente generando así el tan necesario crecimiento, no por algo fue el motor que hizo al mundo salir de la gran depresión del siglo pasado. @Oliver_Arroyo