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Entre 1980 y 2010 la población urbana en México se duplicó pero la superficie urbanizada se ha multiplicado entre seis y diez veces; 60% de ese suelo urbanizado es irregular, y en el caso de San Luis Potosí 25% de la superficie que conforma el área metropolitana esta fragmentada, es decir no forma parte del continuo urbano.
23:43 jueves 30 enero, 2020
ColaboradoresEntre 1980 y 2010 la población urbana en México se duplicó pero la superficie urbanizada se ha multiplicado entre seis y diez veces; 60% de ese suelo urbanizado es irregular, y en el caso de San Luis Potosí 25% de la superficie que conforma el área metropolitana esta fragmentada, es decir no forma parte del continuo urbano.
Actualmente existe un debate sobre el modelo de ciudad, seguir con las ciudades extensas, que según el Instituto Mexicano para la Competitividad también son dispersas o bien invertir en ciudades compactas. La discusión surge precisamente sobre cual conviene más en México pues ambos modelos tienen impactos positivos y negativos; lo que no está a discusión es que una ciudad mal planificada sí es más costosa.
La idea de “ciudad compacta” no implica un crecimiento al exterior sino que aprovecha sus espacios y por tanto se desarrolla al interior, no solamente con construcciones verticales, sino también con la reutilización y aprovechamiento de espacios sub-utilizados, sin embargo habrá que pensar en una ciudad compacta no sólo por el aprovechamiento del suelo y la disminución de los costos que esto representa.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) estima que para mediados del presente siglo, las ciudades en los países en desarrollo duplicarán su población y triplicarán la superficie de las manchas urbanas actuales; es decir, el patrón de ciudad extensa podría continuar. En México, para el primer cuarto de este siglo (2025), ocho de cada 10 habitantes vivirán en ciudades, pero ¿en qué tipo de ciudad y con qué calidad?.
A partir de esta preocupación, el BID hace cuatro recomendaciones para la planeación de ciudades compactas en México, con la idea de aprovechar los beneficios y disminuir los efectos negativos de este patrón de crecimiento.
Capacidad: Analizar la disponibilidad de uso de suelo, así como la cobertura y administración del volumen de la infraestructura disponible, con el propósito de advertir riesgos sobre la sobreutilización e identificar las nuevas necesidades producto del aumento de la población.
Derecho urbano: se requiere una revisión de los derechos de propiedad y de desarrollo inmobiliario con la finalidad de asegurar la correcta administración del mercado y generar mecanismos de transferencia de la plusvalía en beneficio público.
Coordinación: se requiere de nuevos esquemas de articulación, alianzas y acuerdos institucionales entre los gobiernos locales y los otros órdenes de gobierno con el propósito de establecer nuevas políticas urbanas basadas en la cooperación e integración de recursos, sobre todo en las zonas metropolitanas.
Sistemas de inteligencia urbana: integración de bases de datos que permita generar indicadores “en tiempo real” para la toma de decisiones. Los sistemas de información geográfica se han limitado en su mayoría al despliegue de la información, por ello se requieren de nuevas plataformas que manejen información robusta y que sinteticen indicadores.
Bajo este esquema, San Luis Potosí está creciendo de forma expansiva, la pregunta es ¿conviene revertir o “apostar” en un esquema de redensificación? con la infraestructura disponible, falta de instrumentos legales y de planeación actualizados, mecanismos de coordinación tradicionales y capacidades limitadas de uso de las tecnologías de la información y comunicación para la administración de la ciudad.
¿Qué tipo de ciudad queremos para el 2025?