La escena casi irrisoria al filo de la medianoche llama la atención de algunos transeúntes: una familia aparta un montículo para poner sus productos en un club de precios. El conjunto conformado por cuatro personas se aglutina de forma estratégica en el vehículo que en pocos minutos se desplazará por los pasillos de la tienda.  Hace ya ocho años que comenzó la travesía del Buen Fin, la temporada de descuentos con los que la Secretaría de Economía y la de Hacienda y Crédito Público pretendían reactivar la economía. Hoy, más allá de los insumos monetarios que deja la propuesta, y que este 2018 prevé generar una derrama económica de entre 97 mil y 100 mil millones de pesos "el fin de semana más esperado del año" se ha convertido en un espectáculo en el que cada vez acuden más personas, y no solo mexicanas.  “Yo soy cubano, esta es la primera vez que vengo a esto y es principalmente por lo que me han comentado algunos amigos mexicanos de que es una de las temporadas que más esperan en todo el año”, refiere un joven de la nación caribeña residente en suelo azteca, quien asegura que esta es una de las tantas costumbres que ya ha adquirido durante su estancia en nuestro país.  Sin duda, las tiendas de autoservicio y las departamentales son entre los consumidores las más populares.  El despliegue de empleados y el aumento de algunos artículos en tiendas denota las expectativas de ofertador-demandante: son las pantallas, los electrónicos, artículos para el hogar, así como las prendas de moda, los predilectos para los clientes.  Las reglas de la mercadotecnia dotan de un mayor espacio y una mejor distribución a los que ya se consideran ganadores de la temporada; es así, que en espacios cada vez más reducidos y en torno a esta configuración se encuentran algunos juguetes y artículos de primera necesidad que no tienen un descuento tan atractivo como los del sector tecnológico.  Es ese uno de los puntos que más cala para algunos de los millones de consumidores que se dan cita a las diferentes tiendas del país durante este fin de semana. "¿Usted puede creer eso? ¿Llegar a las 10 de la noche, esperar dos horas a que abran la puerta, para un descuento de tres pesos? ¡Eso es un robo!", argumenta un hombre de alrededor de 60 años, con la entonación de quien reclama justicia en su lamento.  Y pese al descontento en algunos clientes, la preponderancia de los grandes establecimientos en las ofertas, la expectativa e incertidumbre económica generada por el ámbito político y el traslado del tráfico citadino a los pasillos de los puntos de venta, lo cierto es que la temporada de descuentos ha mermado en la cotidianidad de consumo en el país, hasta llevarlo al punto álgido de su desempeño.  Ya lo decía el escritor y sociólogo polaco Zygmunt Bauman: “La nuestra, es una sociedad de consumo: en ella la cultura, al igual que el resto del mundo experimentado por los consumidores del mundo, se manifiesta como un depósito de bienes concebidos”.  -- Milenio