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Como sea, hay ciudadanos que estamos convencidos que las personas que han pasado por prisión pueden reiniciar su vida y construir esperanzas, por eso hay que hacerlo desde dentro y fuera prisión
22:13 lunes 7 octubre, 2019
Colaboradores“¿Has observado los lobos, los coyotes, los tigres enjaulados? Caminan de un lado a otro, pegados a los barrotes, como buscando un hueco, un espacio. Así los pájaros que no nacieron en cautiverio, vuelan de un lado a otro de la jaula y hasta se golpean con los barrotes. Así nosotros cuando dejamos de ser libres. Estamos encerrados, entre barrotes, estrellando nuestras alas, sin poder escapar” En el mes de Julio de este año iniciamos un taller en el Centro Estatal de Reinserción Social número 1 en San Luis Potosí, conocido como la Pila. Ha sido una experiencia fuerte por la que hemos transitado. Escribir desde la cárcel, construir historias, lograr que las personas privadas de su libertad escuchen su voz y la plasmen en un texto no es un asunto banal ni sencillo. Hablar de presos y prisiones siempre es complejo porque en México hemos edificado una cultura de penalización de las faltas, creemos que si alguien está en prisión “algo habrá hecho”, y también creemos que, si alguien pasó por una cárcel, seguramente volverá a delinquir. Actualmente, hablamos mucho de presunción de inocencia, pero es un concepto que no está socializado, ni incorporado en nuestra vida y pensamiento cotidiano. Es contradictorio porque en San Luis Potosí, por ejemplo, 94.5% de delitos como los homicidios dolosos quedan impunes. O sea que los verdaderos criminales no están en la cárcel. Como sea, hay ciudadanos que estamos convencidos que las personas que han pasado por prisión pueden reiniciar su vida y construir esperanzas, por eso hay que hacerlo desde dentro y fuera prisión. El modelo de taller lo diseñamos con los profesores Oscar Montero García, y Aldo Patlán; debía poseer ciertas características para que pudiera ser comprendido como una herramienta de reinserción. Montero es un profesor con amplia experiencia como docente, escritor de guión cinematográfico de ficción y documental; Aldo Patlán es un joven productor de televisión, realizador y escritor. Durante diez sesiones que transcurrieron entre julio, agosto y septiembre, fuimos buscando que los integrantes del taller narraran sus experiencias de vida, o recurrieran a géneros literarios que les permitieran fluir libremente a través de la escritura. Así relataron las historias de sus tatuajes, muchos los llevan en el corazón, dibujan las atapas de su vida, nombres de parejas ya ausentes, rotas; tallereamos, trabajamos con las emociones, con sus demonios, los temores, hablaron del primer amor; hablamos del concierto de los Tigres del Norte en la prisión de Folsom, de cómo 50 años antes estuviera ahí Johnny Cash, el hombre de negro. Hablamos de los grandes escritores que desde la prisión crearon parte de sus grandes obras; ubicamos las voces en la narración para que conocieran las muchas posibilidades que hay para crear. Y empezaron a escribir. Uno de ellos narró “Llegué a tener una 4 x 4, tres coches, era aficionado a la ropa y los tenis de marca, tuve varias parejas y muchos excesos. Hoy tengo dos mudas de ropa, un par de tenis, y sé que lo único que en realidad necesito es vivir en libertad”. A quien le decíamos el poeta escribió: “Me miraste antes que yo, mi dolor me hacía andar en la inconciencia, mi alma lacerada por cristales cauterizaba mis vanidades, un pensamiento lento, un dolor que camina hacia la llama, tú sentías, yo pensaba”. Otro relato cuenta: “Cuando mi madre falleció, nuestras vidas se volvieron otras; la familia se rompió y de ahí en adelante fuimos uno mismo, cada quien sobrevivió como pudo” Uno más: “Alzheimer es la enfermedad del miedo, no tiene cura y me doy cuenta de cómo se pierde mi memoria y yo con ella” ¿El resultado? Testimonios de vida, de cautiverio, cuentos, una novela futurista. Cierta estoy de que este es un taller que raspó no solo los sentires de los hombres que tomaron el taller. También algo profundo cambió en Montero, Patlán y en mí. ¿Qué viene? Ya les contaré. @Pfloresblavier