Vínculo copiado
Con la posible ausencia de Lula da Silva en los próximos comicios de Brasil, las otras opciones aún no lograr convencer al electorado
09:03 lunes 7 mayo, 2018
MundoEn una celda del cuarto piso de la Superintendencia de la Policía Federal en Curitiba (sur de Brasil) duerme desde el pasado 7 de abril el preso más ilustre del país, el ex Presidente Luiz Inácio Lula da Silva. El líder de la izquierda brasileña cumple una pena de 12 años y un mes por delitos de corrupción y blanqueo de dinero, pero al mismo tiempo es el candidato del Partido de los Trabajadores (PT) para las elecciones de octubre y el líder en las encuestas. Sin embargo, las posibilidades de que Lula no esté en pleito electoral son altas, y ante dicho escenario nadie se atreve a hacer previsiones. "Hay riesgo de que las elecciones no sean consideradas legítimas", explicó en una entrevista con REFORMA el ex Canciller Celso Amorim, quien comandó la política externa de Brasil en los dos mandatos de Lula, entre 2003 y 2011. Para el ex ministro hay que batallar y luchar para que el ex Mandatario esté en las elecciones, pero si finalmente no puede ser candidato habrá que buscar soluciones pragmáticas, apunta, a pesar de que hace unos meses lanzó el manifiesto Unas elecciones sin Lula son un fraude, que ya reúne más de 300 mil firmas. La última palabra la tendrá la justicia electoral, misma que agosto empieza a registrar de forma oficial las candidaturas. Lo más probable es que el ex líder sindical no pase el filtro, puesto que la ley impide que participen en los comicios candidatos condenados en segunda instancia. La estrategia del partido pasa por recurrir hasta el final para ganar tiempo, y aunque de cara al fallo afirman que el ex Mandatario sigue siendo su candidato, son muchos los que ya asumen que tendrán que buscar un sustituto. "Es difícil prever cómo va a migrar el voto de Lula, no porque él bendiga a un sucesor la transferencia de votos se dará de forma automática", comentó a REFORMA el analista político de la Universidad de Sao Paulo Rafael Moreira. Cualquier posible recambio no gozará de su tirón popular y acabará fragmentando el voto de la izquierda, lo que podría beneficiar a nombres más inclinados hacia el centro, como la ex ministra de Lula y líder ecologista Marina Silva (Rede) y el ex Gobernador del estado de Ceará Ciro Gomes (Partido Democrático Laborista). Sin embargo, quien acapara todos los focos (y los temores de parte de la población) es el segundo en las intenciones de voto; el líder ultraderechista Jair Bolsonaro, una especie de Trump de los trópicos que no esconde sus ideas misóginas, homófobas y racistas, ni su nostalgia por la dictadura militar. "Es difícil saber si llegó a su tope y si su candidatura se irá desinflando en la campaña o si aún tiene margen para crecer, pero lo cierto es que si quiere llegar lejos tendrá que moderarse para empezar a hablar a todo el electorado y no sólo a sus fans", reflexionó Moreira. Bolsonaro se beneficia de la ola conservadora que vive Brasil, del hartazgo con la clase política tradicional y de la debilidad de la derecha más moderada, también manchada en múltiples casos de corrupción. El ex Gobernador de Sao Paulo Geraldo Alckmin, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) representa a dicha derecha tradicional en horas bajas: apenas cuenta con el siete por ciento de apoyos. Y, mientras tanto, ¿qué pasa con Temer? El actual Mandatario brasileño, quien llegó al cargo tras un polémico impeachment que derrocó a la entonces Presidenta Dilma Rousseff e instauró en Brasil un Gobierno de corte neoliberal, coquetea con la idea de presentarse, a pesar de que las encuestas indican que es el líder más impopular de la historia de Brasil y que apenas contaría con los votos del dos por ciento del electorado. Para Moreira, una eventual candidatura de Temer no sería nada más que un proyecto de ambición personal, que según muchos sería también una maniobra desesperada para mantenerse en la primera línea política y conservar así la inmunidad parlamentaria, debido a que más pronto que tarde acabará en la cárcel, puesto que está acorralado por varios escándalos que hasta ahora sólo consiguió esquivar gracias al sillón de la presidencia. El nombre que podría dar la campanada, no obstante, no es el de un político, sino el de un juez: el ex presidente del Tribunal Supremo Joaquim Barbosa podría presentarse por el Partido Socialista Brasileño (PSB) y la idea parece gustar a los brasileños. El ex magistrado reúne varias cualidades: un talante progresista moderado (lo que gusta en la izquierda) y su pasado de lucha contra la corrupción (argumento que gusta a la derecha). Además, los grandes medios de comunicación le han ido dando su bendición y sin haber confirmado que se presentará y sin prácticamente haber pronunciado palabra alguna ya cuenta con el diez por ciento de apoyos. "Barbosa podría ser ese foráneo que en el momento actual de crisis en el sistema político podría ser competitivo", consideró Moreira, quien apuntó que el ex jurista ofrece una imagen de renovación que coincide perfectamente con lo que buscan muchos brasileños cansados de la vieja política. Si Barbosa llega hasta el final de la carrera presidencial, sería el primer Presidente negro de la historia de Brasil. -- REFORMA