El fin de semana fue el de las amenazas y gritos. Los gritos de un hombre que está acostumbrado a, con bravatas, querer imponer su voluntad. El de un hombre que con sus gestos tiránicos pretende cambiar el mundo en el que habita por el que él quiere habitar. No, no fue Andrés Manuel López Obrador, fue Donald Trump. Pero tampoco hay mucha diferencia. Al parecer, al menos hasta ayer y por un mes, la crisis política y económica que podía desatarse tras las amenazas de la Casa Blanca de imponer aranceles de un 25% a productos mexicanos que quisieran entrar al mercado gringo se apaciguaron. ¡Por un mes! ¿Qué tendrá que ocurrir en un mes para que el 3 de marzo Trump no vuelva a “Sheinbaum” a Cheinbaum? Según lo relatado por la presidenta ayer por la mañana, entre otros acuerdos: reforzar la frontera con 10 mil elementos de fuerzas federales y, sin duda, reforzar la seguridad en todo el territorio. En un mes la presidenta tendrá que cambiar la percepción que de la Oficina Oval se tiene de México y de su mandato. Un mes presidenta, un mes.