Aquellos que hemos utilizado un termo, al menos una vez en nuestras vidas, sabemos los beneficios de conservar a una temperatura adecuada nuestra bebida (o alimentos), durante periodos que de otro modo, sería imposible mantener. Es posible que no todo el mundo lo sepa, pero los termos funcionan mediante el principio del aislamiento o vacío. Es decir: al impedir que el exterior tenga contacto con lo que almacena –por eso tiene un hueco entre el material exterior y el que contiene el líquido–, se evita que la temperatura exterior se transfiera con el interior. Gracias a esto tenemos bebidas calientes por más tiempo. Sin embargo, muchos lo habrán notado: muchos termos cuentan con un orificio en la parte superior de las tapas. ¿Esto rompe con el principio de aislar el interior? De algún modo sí, pero el diseño tiene una razón de ser. “La ciencia” detrás de este agujero ocurre cuando consideramos que los líquidos almacenados, al estar a altas temperaturas, entran en su estado gaseoso. Cuando sucede, la presión al interior del termo aumenta, pues la capacidad de almacenamiento de éste es limitada, y el gas también ocupa espacio. Si este orificio no existiera, al momento de abrir la boquilla para beber, es muy posible que el café (por decir alguna bebida), salga expulsado hirviendo hacia nuestra cara, todo debido a la presión acumulada por los gases interiores que escaparían de forma violenta con líquido incluido. Este orificio, aunque reduce la efectividad de aislar el calor del termo, impide que ocurran accidentes de este tipo.

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